Tribuna popular
El partido de gala que se disputaba en el Gran Estadio era
tan malo, pero tan malo que los espectadores se empezaron a asomar a los
murallones de las graderías para espiar desde ahí el encuentro improvisado que
estaban jugando hijos y sobrinos de los profesionales en un campo lindero. Su
Majestad, presente en el Gran Estadio, fue notificada de lo que estaba
ocurriendo y tomó inmediatamente una medida demagógica de esas a la que ya
tenía acostumbrada a la población: mandó traer a los jóvenes al Gran Estadio y
ordenó que los cracks pasasen castigados a la cancha auxiliar. La plebe celebró
alborozada la novedad, pero diez minutos más tarde todos desdeñaron lo que
estaba ocurriendo en el Gran Estadio y empezaron a mirar el partido, abierto y
divertido que jugaban los profesionales en el campo contiguo.
La increíble y triste
historia del cándido delantero y un arquero desalmado
Hacía como cien años que no metía un gol. Un buen día, que
por extraña paradoja era un día de lluvia interminable en aquel pueblito
colombiano, Aureliano hizo, abracadabra, aracataca, una jugada mágica y se
encontró en soledad frente al arco. Todos empezaron a escribir la crónica de un
golazo anunciado, pero inexplicablemente, el cándido delantero se puso a
recordar a sus putas tristes y demoró el tiro, aunque un instante después
decidió que no habría más penas ni olvido y marcó el gol. Fue un gol de otro
partido.
Sueños
El sábado a la noche el delantero soñó que en el partido del
día siguiente ejecutaba un penal y era gol porque amagaba y disparaba a la
izquierda del arquero que se iba, engañado, hacia su derecha.
El domingo, el árbitro cobró un penal para su equipo y el delantero,
que tenía muy presente el sueño, amagó a la derecha y le dio hacia la izquierda
del arquero, casi con displicencia, respondiendo a la premonición.
El arquero, que se había volcado justamente hacia su
izquierda, no tuvo que hacer mucho esfuerzo para detener la pelota.
El delantero se quedó estático, azorado. La perturbación se
multiplicó cuando el arquero, al pasar a su lado, mientras sacaba la pelota le
dijo en tono canchero: “los sábados a la noche me tiro a la derecha, los
domingos a la tarde, no”.
Partido internacional
Mueve Moby Dick, toca Toquino, pisa Pizarro, pasa Passolini,
mata Mata Hari, mete Metello, pica Picasso, marca Marconi, quita Kitano, avanza
Vanzetti, saca Sacco, corre Courreges, la tiene Tenorio, cruza Cruz, se va
Vavá, cae Cain, paga Paganini, gol de Goliath, pita Pitagoras. Final.
Metamorfosis
Cuando Gregorio Samsa (en tiempos no muy lejanos crack
indiscutible) se despertó una mañana (después de un sueño intranquilo producido
por el recuerdo fresco del gol en contra y el penal errado que hicieron perder
un campeonato) se encontró sobre su cama convertido (por los mismos hinchas que
antes lo adoraban) en un monstruoso insecto.
Juan José Panno nació en Buenos Aores en 1949. Periodista y escritor
(aunque él se reconoce más como periodista que como escritor) Trabajó en los
diarios Clarín, Crónica, La Razón, El Gráfico, El Mundo, La Voz y, actualmente,
Página 12. También trabajó en varias radios y en televisión. Es coautor del
primer “Días de Radio”, detrás del cartel de Ulanovsky, autor de Corazón y
pases cortos (cuentos futboleros), Obras maestras del error (recopilación de
furcios y metidas de pata en el periodismo), Pozo vacante y Juegos de fútbol.
Tambié es uno de los creadores y actual director de las escuelas de periodismo
TEA y DeporTEA. Dos de sus cuentos formaron parte de los libritos que el
Ministerio de Educación repartió en las canchas.
Los textos fueron tomados de los sitios Web Gambeteando palabras
y Ficción mínima
Sus datos fueron tomados de varios sitios Web y la fotografía de su muro de Facebook.