Cansados de la monotonía, los hombres del imperio practicaron el canibalismo hasta que solo hubo un pequeño grupo de ellos. Incapaces de decidir cómo continuar sus vidas, se arrojaron de la cima de un enorme rascacielos. En medio del vértigo, algunos vieron sus rostros duplicarse en la pared vidriada del edificio; otros, histéricos, simplemente cantaban en un lenguaje desconocido.
Quizás un aterrado sobreviviente observó la escena desde su escondrijo y nos relató esta historia.