jueves, 24 de noviembre de 2011

El tesoro (Susana Rosa Lares)







La muchacha cubría su cuerpo con una chilaba oscura. La burka sólo dejaba ver sus bellos ojos almendrados. El jinete detuvo la marcha de su cabalgadura ricamente enjaezada y le dijo que si le dejaba ver su rostro —que seguramente sería tan hermoso como sus ojos— él se casaría con ella.
—¿Estás seguro, señor? —repuso la joven.
— Sí, te lo juro por Alá —fue su respuesta contundente.
Ella fue bajando lentamente el velo. Él dio vuelta su cara con un gesto de repulsión y se marchó al galope.
Entonces, la madre le preguntó a la hija:
—Era el candidato ideal para ti, ¿por qué usaste la magia para afear tu rostro?.
La veinteañera contestó con firmeza: Porque él sólo deseaba mi belleza exterior y el verdadero tesoro está en mi corazón, que se refleja en mis ojos.

El monstruo (Adriana del Vitto)







Ambos estuvieron de acuerdo en alimentarlo, criarlo, dedicar su tiempo y sus esfuerzos a ese monstruo. Creyeron que de ese modo podrían domesticarlo (habían leído seguramente a Saint Exupery).
Pero al poco tiempo comprendieron que la tarea emprendida era casi imposible. Entonces decidieron abandonarlo. Primero dejaron los esfuerzos, luego el tiempo, la crianza y el alimento, en un simulacro de viaje inverso tratando de que, así como había llegado, se fuera.
Sin embargo, el monstruo, ya adulto, no se sintió solo ni se murió de hambre.
Es más, al ignorarlo, lo fueron haciendo, sin darse cuenta, más fuerte. Un día los devoró.
Finalmente aprendieron, a costa de su propia vida, que con la pasión no se juega.

LA CONDENA (Adrián Giménez Prado)







Escuché la sentencia del jurado. No pestañeé, creo que ni siquiera hice una mueca. Recorrí con mi imaginación el sueño soñado anoche. Volví sobre mis pasos, atravesando el pasillo a mi celda.
Me condenaban nuevamente y, como en mis sueños, por cada condena una vida distinta me esperaba en castigo. La condena sólo era un pretexto de los dioses para hacerme inmortal.



domingo, 13 de noviembre de 2011

LIBERTAD CONDICIONAL (Diana Beláustegui)







Está sentado sobre el césped verde recién cortado, con las piernas extendidas, jugando a estirar y encoger los dedos de los pies.
¡La voz que lo llama suena tan lejana!
La suave brisa le da de lleno en el rostro y aspira con profundidad la humedad que destilan las plantas cercanas a él. En el centro de su pecho desnudo, tiene todavía los pétalos de la margarita desojada, las mira y suspira.
La pelota de plástico yace a unos metros, dormida en vestigios de barro, perdiendo su silueta a base de patadas, la mira y sonríe.
El tirón de orejas lo levanta casi hasta hacerlo saltar, intenta escapar pero no puede.
Se viene el baño con el maldito shampu metiéndose en los ojos, la tarea con las vomitivas sumas y restas, la cena con esos asquerosos brócolis y la cama con el coco en el ropero.

Imagen recuperada de Internet:


EL TERROR DE LOS HOMBRES (Claudio Rojo Cesca)







Cansados de la monotonía, los hombres del imperio practicaron el canibalismo hasta que solo hubo un pequeño grupo de ellos. Incapaces de decidir cómo continuar sus vidas, se arrojaron de la cima de un enorme rascacielos. En medio del vértigo, algunos vieron sus rostros duplicarse en la pared vidriada del edificio; otros, histéricos, simplemente cantaban en un lenguaje desconocido.
Quizás un aterrado sobreviviente observó la escena desde su escondrijo y nos relató esta historia.

“LA TARDE” (Adriana Comán)







Aquella tarde monótona, en consonancia con su existencia intrascendente, ella detuvo su mirada en la pared vio una grieta que la transportó a la duda y al dolor. En ese instante todo cobró sentido y el cosmos interior de su ser se reordenó.

sábado, 8 de octubre de 2011

JUAN JOSÉ MARAÑÓN

Les ofrecemos cinco pequeñísimos micros de Juan José Marañón, quien es docente y santiagueño para más datos.





                                                                                    Fotografía de Antonio Cruz
Anexo

Escuela de adiestramiento canino, próximamente, molares e incisivos.


Relevo

Si Mahoma no va a la montaña... a Sísifo ¿Quién ayuda con la roca?


Elegancia

Habiendo recibido un hechizo de magia negra, compró zapatos a tono.


Edipo

El oráculo predijo lo que más tarde sucedería: Edipo destruye el banco de esperma.


Consigna

"Relacionar con flechas", escribió la maestra en el pizarrón. Consecuentemente, Cupido, arco en mano, abandonó la clase.

sábado, 1 de octubre de 2011

ADVERTENCIA INFLEXIBLE (Vicente Oddo)





                                                          Sin Título (Fotografía de Antonio Cruz)

Se lo previno claramente:
- Jamás consientas resignado el hecho de que debes morir algún día; pero llegado el momento nunca digas no cuando se te interrogue, a partir de ahora mismo y sin excepción alguna, si estás preparado para ello, pues tal negativa determinaría tu fulminante fin en el acto. ¿O preferirías en este preciso instante morir así?
- ¡No!

Del libro “Insignificancias”

XII ( Graciela Alicia López)





                                                                 Cielo de tormenta (Fotografía de Antonio Cruz)              

El vidrio de una tormenta resbala en el horizonte, se desplaza en la ventana del ómnibus. Destellos azules se mofan del suelo. Las fotografías se suceden unas a otras en el resplandor y no queda nada. Solo este suelo seco, esperanzoso, y nosotros con esta pequeña carga que ya no espera.
Una gota de agua rebota en el pavimento y en sí, las luces multiplicadas como una perla caída, rota, hecha milagro. Los viejos penitentes llegarán con su carro a la luna.
Las promesas son lo que más cansa. Ese cielo horrendo, caliente, ausente. No sabe que estamos abajo.
Y alguna vez también llueve, cae el agua. Entonces todo está callado, duele de tanto no pertenecernos. Sin el polvo suelto ya no podemos enloquecer.

Texto tomado del libro “Kilómetro mil ciento treinta y siete”

PRIMAVERA (Jorge Washington Ábalos)





                                                                 Primavera (Fotografía de Antonio Cruz)

La primavera se descarga de golpe en estas latitudes. Un día, como el de hoy, al levantarse uno a la mañana advierte que las flores de los garabatos ya están en el ambiente aromatizándolo con su cálido perfume que se puede palpar, casi, con la lengua.
Las ckellusisas alfombran el paisaje en estallido de flores amarillas. Las abejitas silvestres acarrean el polen, diligentes; ellas vienen a levantar agua en las filtraciones de la tina, en este fin de invierno con sus meses de seca.
Ya se ven en los árboles los doseles de “hilos de la virgen” (o “babas del diablo”, como uno prefiera), briznas de tela de las arañitas esas que van por el aire – viajeras insólitas – suspendidas de sus tenues paracaídas de una sola hebra.
La naturaleza toda comienza a movilizarse. Los pájaros cantan, buscando pareja, mientras rayan el aire con sus vuelos. Los abejorros ronronean su pesado andar.
- Se va a poner lindo el campo este año señor.
- Es cierto, Elo – devolviéndole el mate vacío –, el campo va a estar muy alegre.

Extractado del  libro “Shalacos”, (Editorial Losada año 1985)

domingo, 18 de septiembre de 2011

TRES MICROS DE ANDRÉS NAVARRO








El guarachero

Dicen que, por una moneda, el guarachero te lo canta guarachas enganchadas y, que por dos monedas, te lo levita mientras canta. Pero que nunca pasó lo segundo.

(Enanos escondidos, Editorial Perras Negras, 2011)







Positivo


La dama vampiro recibe en la sala de espera el resultado de los análisis. Sus temores eran ciertos.

(Enanos escondidos, Editorial Perras Negras, 2011)






Diagnóstico


Cuando le diagnosticaron ojos secos, lloró desconsoladamente.

(Enanos escondidos, Editorial Perras Negras, 2011)

jueves, 8 de septiembre de 2011

DE COLECCIÓN (Silvia Piccoli)







Ella sonríe. Un remanente de leve movimiento le da satisfacción y acompaña la expansión de su creciente vanidad de experta. Uno más. En realidad, el primer par. Perfecto (¿o perfectos?) en su integridad, sin una sola mancha, ni siquiera una grieta, no falta ni un solo pedacito. Y todavía puede ver ese pequeño movimiento que delata que hasta hace instantes, hubo vida. Pero Ella actuó en el momento preciso: siguió todos los pasos, y aquí está su recompensa.
En el salón, en la vitrina francesa junto al ventanal, Ella contempla su Colección de Ojos de Amantes Desleales. Y en lugar de privilegio, ese par de ojos verdes del soldado de Su Majestad.

                                                                        24 de febrero de 2011
                                          En Bestiario contemporáneo. Poemas, mándalas y otros desvaríos (inédito)

ENCUENTRO (Magui Montero)



Bajaba los peldaños silenciosamente, casi flotando; cuando escuchó pasos que venían hacia él.  En el recodo de la escalera, tropezó con un rostro desfigurado de terror. El fantasma  huyó asustado.

BURBUJA DE SUEÑOS (Adriana Comán)



Callada, solitaria, Micaela continúa con sus labores hogareñas. Su familia  es un logro personal, la vida le sonríe, sus hijas significan su orgullo. Todo, fruto de haberse “casado bien”, con quien debía, tal como su mamá, su formación y la sociedad lo indicaba.      
Su burbuja, es imposible de penetrar, Micaela no teme, cree caminar firme, solo que sus pasos y su latir disminuyen; el espejo lo confirma, el tiempo, amante incuestionable de la corrosión y  la acrimonia,  ha efectuado su camino por las arterias de su vida. Ella, ave blanca y sumisa, se detiene… el espejo frunce el ceño para estallar ante la burbuja, fino cristal, cárcel de los sueños enquistados.

domingo, 4 de septiembre de 2011

EL ÚLTIMO VIAJE






                                                    Soria (España) Imagen extractada de Internet


EL ÚLTIMO VIAJE

 “Es la tierra de Soria árida y fría..
Por las colinas y las tierras calvas,
verdes pradillos, cerros cenicientos,
la primavera pasa
dejando entre las hierbas olorosas
sus diminutas margaritas blancas”.

Mientras camina por Atocha, don Solano Soria recita por lo bajo los versos de don Antonio Machado. Dentro de poco sus pasos pisarán tierra soriana.
La mañana del invierno madrileño es destemplada y rigurosa. La estación de trenes bulle con la intensidad que la caracteriza. El gran recinto de acero, de techo curvilíneo y fachada vidriada es por dentro mucho más que la mole de vidrio y metal que uno observa desde afuera. Es un mundo que vive, se agita, ríe y llora al compás de los trenes y los sentimientos de los hombres que habitan los inmensos salones y que habrán de preñar las entrañas de esos gusanos metálicos.
Las cafeterías totalmente abarrotadas de gentes que comen algún bocadillo o beben café en camino a sus ocupaciones o en viaje de compras o paseo, tienen un movimiento infernal.
La multitud, que se desplaza con paso seguro en todas direcciones, se parece a un mar en movimiento absolutamente estrafalario. Por las escaleras mecánicas que unen la terminal de RENFE con la estación del metro sube tanta gente, que es como una nueva corriente que inunda y sobrepasa los salones. El océano gente se hace más intenso.
Don Solano Soria, se para un largo rato y admira el jardín tropical que hay dentro de la estación. Sus ojos curiosos no pierden detalle del entorno. Luego, vuelve a caminar con paso cansino mientras espera la salida del tren que habrá de llevarlo a Soria.
Por los altoparlantes, a cada instante se escucha una voz femenina que anuncia la salida de los diferentes trenes. Los carteles electrónicos, con sus extrañas letras luminosas sirven al mismo propósito.
Don Solano mira todo con ojos curiosos y con el corazón latiendo acelerado. No puede dejar de comparar la vieja estación de su pueblito natal en el noroeste argentino con esta inmensa mole hialina y metálica. Aquella pequeña construcción de características victorianas con su techo de chapa verde que apenas tenía un andén de cemento y dos vías (principal y secundaria), era una estación agradable y a pesar de ser una de las más importantes a lo largo de aquella línea ferroviaria, no tenía necesidad de más rieles. Esto que observa ahora sobrepasa largamente lo que él imaginara.
Don Solano Soria ha visto infinidad de trenes a lo largo de su vida. Por algo fue uno de los primeros maquinistas que vivieron en su lejano pueblo, pero estos que ocupan alternativamente las numerosos vías de la estación de Atocha llevan su sorpresa al paroxismo.
Según le contara uno de sus nietos, afectos a ese invento moderno que se llama internet y que don Solano no conoce ni cómo funciona, un poeta que se llamó Gerardo Diego y que tuvo la suerte de vivir en Soria, escribía cosas muy bellas sobre los trenes. Ellos solían escribírselos para que él los memorizara. Porque don Solano, como un auténtico hombre de Soria, ama, por sobre todas las cosas, los trenes, la poesía y los recuerdos de un país nunca visto.
"Lleva en el buche/ las alegrías, / los desconsuelos/ frescos de tinta. / Vuelve sin alas la Pajarilla,/ vacío el buche,/ Soria vacía," "Por ti se va no a la ciudad doliente/ sino al largo y torcido laberinto/ del mudo..." "En los pueblos con tren/ dulcísima tragedia/ la de esas diarias citas/ con el que nunca llega" "Estación de la paz, Viajes beatos/ de luminosa inmarcesible estela" "Disimulada y frágil como un nido/ desde la paz de tus andenes/ libre de humo y de carbón, / limpia de ruidos,/ la estación de los sueños y los trenes"
A pesar de su edad, don Solano Soria tiene una memoria esplendorosa.
Camina con paso lento y cansino en dirección a su vagón. A pesar de que sus ropas parecen fuera de época, nadie repara en él. Es apenas uno más en esa inmensa multitud apurada y sufrida que camina por los andenes y salones. Llega a la unidad que figura en su pasaje, muestra el boleto al guarda de uniforme impecable y aborda el coche. No tiene demasiado tiempo para pensar. Enseguida el tren se pone en movimiento.
El hombre, ahora que marcha a conocer la tierra de sus ancestros, no puede esconder su ansiosa alegría. Cierra los ojos y recuerda.
El abuelo de don Solano era un Soria. No hacen falta más adjetivos para calificar a esa clase de hombres de mente encendida y corazón bizarro que tiene su origen en la meseta. Se fue por allá, por finales de los 1800, en busca de un mejor porvenir y sus pasos lo llevaron hacia ese país que los atraía con su quimera americana.
Desde que llegó a Buenos Aires, sus paisanos le ayudaron en todo lo que pudieron, pero el hombre era amante de los desafíos. Mientras la gran mayoría de sus compatriotas prefería quedarse en el puerto o buscar las ciudades más grandes, el conoció el norte de Argentina y se quedó prendado. Esa tierra arisca y montaraz le traía recuerdo de su propia tierra. La eligió para que sea su nueva morada. Cuando se casó y nacieron sus primeros hijos, el inmigrante supo que estaba atrapado sin remedio por esa geografía agreste y seductora. Más tarde serían los nietos. El primero de ellos fue don Solano.
Don Solano lleva en sus venas sangre mestiza, pero en lo más profundo de su ser siempre se sintió ligado a la tierra de su abuelo. El pobre viejo, que ya había llegado a la edad donde todo se vuelve memoria, se quedaba largas horas conversando su nieto y le contaba historias de su lejano terruño.
Cuando murió su abuelo, él era ya un adolescente a punto de terminar la escuela industrial. Tuvo suerte porque al poco tiempo de egresado ingresó al ferrocarril como aspirante. Allí, con su vida ligada a las vías, había pasado el resto de sus años. Fue pasaleñas, foguista y más tarde manejó las viejas locomotoras a vapor. Después, tuvo la ventura de conducir aquellas diesel que arrastraban convoyes en la línea que unía Córdoba con Tucumán en el noroeste argentino. Cuando ya los ferrocarriles comenzaban a derrumbarse por las malas políticas y se inauguraba la mitología y el recuerdo de rieles y de trenes, él se había jubilado.
Don Solano Soria, abre los ojos. Pregunta a un vecino de asiento por donde se encuentra y recibe una respuesta amable. Han pasado Alcalá de Henares y van en busca del Guadalajara. Sabe, porque así le han advertido que después vendrá Sigüenza y entrará de lleno en tierra Soriana. Le esperan las estaciones de Torralba y Coscurita, antes de que llegue a su ansiado destino. El tren regional es cómodo y confortable. No admite comparación con aquellos que él condujera en su prolongada vida ferroviaria.
Don Solano Soria cierra de nuevo los ojos y piensa en los versos de Machado y en el río Duero.

“¡Soria Fría, Soria pura,
cabeza de Extremadura,
con su castillo guerrero
arruinado sobre el Duero;
con sus murallas roídas
y sus casas denegridas!

Y vuelve a dormirse. Entre sueños se le escapa una sonrisa. Enseguida se despierta sobresaltado. El tren regional se acerca despacio a la estación. Siente que el viaje está llegando a su fin. Una vez más cierra los ojos y recita en voz baja.

“Soria, ciudad castellana
¡Tan bella! bajo la luna”

Al instante siguiente pierde la noción del tiempo. Entra en una especie de vorágine sin final que se prolonga y se prolonga. Cuando abre nuevamente los ojos, está tendido en una cama. Unos hombres jóvenes (¿Quiénes serán? Se parecen demasiado a sus hijos y nietos) lo miran con ojos brillantes y apenados. Por un instante que se hace eterno, Don Solano Soria toma conciencia. Sonríe con una sonrisa extraña y apacible. Los mira con ternura y enseguida, antes de cerrar definitivamente los ojos, les dice con voz clara (tan clara como no recuerdan quienes lo rodean)
- Ahora puedo morir tranquilo. Acabo de visitar los campos de Soria.

sábado, 27 de agosto de 2011

DÈJÁ VU (Diana Beláustegui)




                                                                                          Imagen extractada de Internet



Está sentada en esa esquina, evitando el deja vu que cada noche la tienta a aceptar su realidad.
Come su pedazo de pan mientras juega con las piernas, el motor del auto y el chillido de un freno hacen que se pare de un brinco y se aleje unos metros.
Los perros ladran cuando pasa, la huelen en el aire, la sienten en la brisa fresca.
Hay silencio otra vez y busca una paz que no llega. No mirar es desconocer, no escuchar es ignorar. Otro auto, otro freno, otro deja vu que la aleja. Aun no está preparada para aceptarlo. Busca en su carterita donde guarda las fotos. Los extraña. Ellos tal vez olvidaron que no fue tan valiente como las otras madres, que no supo afrontar las crisis como otras mujeres, que se escapó de un infierno para entrar en la nada, con ese deja vu que no la alcanza.
Se cumple una noche más de ese fatídico momento y aun no es tiempo de aceptarlo.
Esa esquina, ese auto, la decisión… no, ¡aun no es el momento!
Se aleja por el sendero, los perros ladran, sólo ellos la sienten pasar.

 

REVELACIÓN (Esteban Ibarra)





                                                                                  Ilustración extractada de Internet


Finalmente le confesé a papá mi aversión por los payasos; rompió en un amargo llanto que terminó de arruinar su ya grotesco maquillaje.


LAS RATAS (Gabriel Hoyos Izurieta)






Entre lo digital y los cables somos aquellas ratas que viven ocultando la cara y nuestro libro. Somos las ratas pero también somos lo que las ratas comen, una pila de libros sosteniendo una pantalla.


        Ilustración extractada de Internet                                                

domingo, 24 de julio de 2011

ANIVERSARIO DE LA FUNDACIÓN DE SANTIAGO DEL ESTERO

TRES BREVES HISTORIAS

1543





Diego de Rojas agoniza en Maquijata.
Los aborígenes, que tan bien lo recibieran al principio, los han combatido durante dos días pues no perdonan que hayan mancillado el sagrado sitio donde convocan a sus dioses.
Sus hombres pelean por la sucesión en medio de intrigas y confabulaciones.
Con la muerte acechando sus entrañas, él ya casi ni piensa en su destino de aventurero; solamente piensa en Burgos, su lejana y añorada tierra… y su última pregunta no tiene respuesta… ¿Qué lo está matando? ¿La traición o (como dice la Enciso), una flecha envenenada?...
No imagina que, con su desdichada muerte, está inaugurando en esta tierra una larga historia de intrigas y traiciones.

 
1552
 
 
 


Núñez de Prado mira satisfecho el cielo nocturno empedrado de estrellas y sabe que no hay otro más lindo. La “Ciudad del Barco del Nuevo Maestrazgo de Santiago” que acaba de establecer, después de dos asentamientos previos, a orillas de este río manso y traicionero que los naturales llaman “Mishky Mayu”, crece con pujanza. Pronto será un hombre acomodado.
Absorto en sus cavilaciones, no imagina que en poco tiempo sus sueños serán una pesadilla.
Algunos meses más tarde, nuevamente la noche lo seduce. De pronto, escucha el grito de los guardias, el sonido de las armas y los lamentos de los heridos. Ha caído en una emboscada.
Más tarde, mientras marcha, encadenado, rumbo a Chile, sabe que la traición anida en cualquier alma y que sus anhelos han sido derrotados por el poder de espadas y arcabuces.

 
25 de julio de 1553
 
 
 
 
 
Francisco de Aguirre es un hombre poderoso, pero además valiente y arriesgado. Ha sabido mover sus fuerzas con inteligencia y ahora mientras mira como se aleja, engrillado, su vencido, piensa en el futuro.
Toma un arcabuz y dispara. Apenas media legua, se dice, y ordena que inmediatamente se destruya todo, que se queme lo que queda y que hombres y mujeres caminen media legua al norte llevando sus enseres.
Apenas llegados al lugar, dispone que se levante un palo mayor y una cruz, instruye a sus capitanes y al sacerdote que les acompaña y bajo la advocación de Santiago apóstol refunda la ciudad bajo el nombre de Santiago del Estero.
Acaba de inaugurar un nuevo tiempo. Aunque imagina sus acciones futuras, ni siquiera sospecha que su nombre entrará en la historia por haber hecho nacer a una “Madre de ciudades”, que aquellos que habiten esta tierra después de casi cinco siglos la amarán como él nunca podría y que este día será motivo de regocijo en las centurias por venir.

                                                                         Augusto Soria de Albigasta
                                                                                Historia apócrifa de Santiago del Estero (1664)

lunes, 13 de junio de 2011

VOCACIÓN (Esteban Ibarra)








Mi madre tuvo razón cuando me dijo que dejara de escribir, que eso no iba a llevarme a ninguna parte.
—Dejá de escribir esas historias de mierda y ponete a trabajar de una vez por todas— decía, mientras su boca se endurecía como puño de boxeador. Yo siempre escuchaba lo que ella tenía para decirme pues la respetaba mucho y sabía que quería lo mejor para mí.
Sin embargo, no fue sino hasta unos cuantos años después cuando, cansado ya de tratar de hacerme de un nombre y un espacio en el mundillo literario, y un poco-bastante también siguiendo aquel sano consejo de mi madre, que decidí por fin tirar la toalla y dedicarme de lleno a una profesión mucho más seria y mejor remunerada.
Ahora me visto con elegancia, manejo autos importados y no tengo que lidiar con mezquinos editores, agentes antipáticos ni someterme a los mandatos de oscuras editoriales. Pero lo más importante de todo es que descubrí mi verdadera vocación. Me di cuenta que soy muy bueno en este nuevo y excitante oficio y a mis superiores les encanta mi desempeño.
La última misión que me encomendaron fue bastante sencilla. Tuve que cargarme al empleado de una fábrica que estaba levantando mucha polvareda y comenzaba a incomodar a la gerencia. El tipo exigía no se qué derechos para el y sus compañeros y había logrado convencerlos de hacer una huelga que ya llevaba más de 30 días.
Debo reconocer que fue una de las tareas más limpias que realicé. No dejé ningún cabo suelto y los dueños de la empresa agradecieron mi discreción y eficacia para con el encargo con una cuantiosa suma de dinero.
Sé que si mi madre me viera ahora se sentiría por demás orgullosa de mí. Seguramente enmudecería de la emoción, y sus labios, curtidos por los años de una vejez impiadosa, se abrirían en una sonrisa franca y gozosa, brillarían con esa mueca eufórica que sólo produce la satisfacción del deber bien cumplido.

 

¿SERÁ AMOR? (Diana Beláustegui)









Sabía que él me esperaba a unas cuadras.

¡Cuanta incertidumbre!

¿Sería el amor o una simple ilusión del destino?

Llevé mi encendedor por si él necesitara ayuda para crear la chispa del amor.

viernes, 29 de abril de 2011

DESPUÉS DEL SITIO DE STALINGRADO (Alberto Tasso)





  


Después del sitio de Stalingrado muchas cosas volvieron a su sitio. Una planta de mi casa lanzó sus hojas y el agua que bebí era como la muerte.


                                                     

MITOS (Víctor Hugo Ledesma)








El tren paraba para hacer maniobras todas las noches a la misma hora. Don Rearte, maquinista del Cordobés, ya jubilado, me contó que para evitar problemas había que cargar con agua la máquina locomotora justo a tiempo.
Mi Abuela Ramona nació en los Ángeles, un pueblo distante 30 km. de la ciudad. Ahí vivió hasta los cinco años, emigrando a la Banda para poder ir a la escuela.
-El almamula sale de noche, llora y arrastra cadenas pesadas.
-Con mis hermanas dormíamos juntas en la cama grande, tapándonos los oídos, con mucho miedo.
-Isabel, la criada, nos contó de una niña que se enamoró del hermano, recibiendo la condena de todo el pueblo, también de sus padres.
Los nietos siempre requeríamos de esa historia tan bien contada, con tantos detalles visuales y sonoros, que orgullosos retransmitíamos a nuestros amigos.
A veces sueño con los trenes a vapor, con sus idas y venidas para encajar en tal o cual vía, e inevitablemente escucho el canto de las cadenas.


ALMAMULA (Imagen recuperada de Internet )http://www.google.com.ar/#hl=es&biw=1276&bih=615&q=imagenes+del+almamula&aq=f&aqi=g1&aql=&oq=&bav=on.2,or.r_gc.r_pw.&fp=f1c1fee9d5ec7743

viernes, 22 de abril de 2011

PROMESA (Claudio Rojo Cesca)









Al caer la tarde, Zebedeo volvió a su casa aterrorizado. Había perdido los  pedazos de pan que su esposa le había encargado. Ante los severos reproches  de su mujer, confesó que se había distraído mirando al hombre llamado  Judas que agonizaba pendiendo de una higuera. Dijo que una soga le apretaba el cuello púrpura y que en sus ojos blanquecinos rezumaban los rostros de todos los hombres y mujeres que el futuro prometía.  

lunes, 7 de marzo de 2011

DOS TEXTOS DE NATY LAINI (Tomados de Facebook)









Duerme el rey. Hay silencio. Los dos solos en la gran ciudad somos postales de un gran amor. Te amo, hijo.


Pesquisa

rueda la bicicleta
va sonámbula
corre el niño tras ella.

DESTINO (María Pía Danielsen)









-¿Me escuchas? ¿Puedes hablar?- La médica de guardia interrogaba a Rosa mientras era trasladada en una ambulancia al hospital.
-¿Hace mucho que estás así? ¿Hiciste algo?- Rosa apenas salía del sopor por breves instantes. La hemorragia llevaba cinco días, mientras yacía tirada en un catre de su rancho. Sus cinco hijos nada pudieron hacer para socorrerla. Hugo le preparaba una infusión de jume y Ester, de cuatro años, le daba mate cocido al bebé en una sucia mamadera.
-Me tienes que contar para que te ayude- insistía la doctora. Rosa era un animalito asustado. Su mente divagaba:-el Señor de Mailín me va a salvar. ¿Quién se va a ocupar de mis chicos? La policía. El juez. La cárcel. La Antonia, que me hizo el favor con la aguja de tejer.-
La ambulancia continuaba atravesando los polvorientos caminos aun lejos de su destino.
-¿Estabas embarazada y lo perdiste? ¡Avísame! - Rosa abrió los ojos. Vio al Señor de los Milagros de Mailín que le tendía sus brazos, la cara de sus cinco hijos sin padre, la miseria, el destino de paria que le tocó en suerte por ser mujer y pobre y musitó: -No doctora. No estaba embarazada. Jamás aborté-.

sábado, 22 de enero de 2011

TERREMOTO









Estaba en hora de clase; la profesora de geografía daba un tema –que hasta el momento desconozco- en un idioma extraño.

Sólo yo percibí el movimiento inverosímil del banco que se tambaleaba sin razón aparente, antes de que cualquiera lo notara.
Atiné a esconderme bajo el banco, antes de que el techo se derrumbara sobre nosotros.
Después del descalabro salí de mi escondite y vi, con horror, a mis compañeros yaciendo ensangrentados, entre escombros, ninguno parecía estar vivo. Intenté salir de la destruida aula por un agujero que se había formado en la pared, entonces escuché la voz débil de mi compañera de banco llamándome desde un lugar lejano; y desperté cuando sonaba el timbre y todos mis compañeros salían alborotados al recreo.

                                                                                                   Estefanía Páez

ALUMBRAMIENTO







Miles de lenguas lamían ansiosas el vidrio de la botella gigantesca. Con avidez y fruición intentaban destaparla para obtener la esencia de las cosas prisioneras en ella.

Los denodados esfuerzos lograron el propósito y los suspiros de alivio fueron audibles.
Por fin, las palabras se desparramaron sobre la mesa y todas las lenguas abrevaron en ellas.

                                                                                             Susana Rosa Lares

NÚMEROS REDONDOS









No hay violentas flores negras, sólo lentos ascensores. Desde este punto de caos partimos para ser hoy calma derramada. El poeta se suponía entre lentas flores y trató de descoser su mundo con un par de palabras desafiladas.

No hay gaviotas, ni abiertos horizontes, sólo esta sensatez de barro que nos cubre todos los contratos. Quisiéramos algo más: caminos sin plazo fijo, abrazos que no multipliquen, papeles sin gastadas oraciones. Pero al cabo de un día somos una cucaracha herida que no le teme a tu zapato. Es todo lo que se debe repartir, la inútil paciencia de los resignados.
Pienso en estas cosas mientras miro un papel con un número en la silla de un banco.

                                                              Juan María Brausen, Postales de Santa María, 1939.
                                                                            Francisco Avendaño

CULTURA CRÓNICA TV







Cuando llegan las noticias, la señora novela con el señor culo-en-tv, esperan a que aparezca en la caja boba una placa carmesí blancuzca, y que con su música triunfal grite con voz constipada: “23.000 muertos en atentado a canal televisivo”. Parece que se inmoló esta vez, una joven escritora contra Jorge Rial.


                                                                                Belen Cianferoni Figueroa