Imagen extractada de Internet
Está sentada en esa esquina, evitando el deja vu que cada noche la tienta a aceptar su realidad.
Come su pedazo de pan mientras juega con las piernas, el motor del auto y el chillido de un freno hacen que se pare de un brinco y se aleje unos metros.
Los perros ladran cuando pasa, la huelen en el aire, la sienten en la brisa fresca.
Hay silencio otra vez y busca una paz que no llega. No mirar es desconocer, no escuchar es ignorar. Otro auto, otro freno, otro deja vu que la aleja. Aun no está preparada para aceptarlo. Busca en su carterita donde guarda las fotos. Los extraña. Ellos tal vez olvidaron que no fue tan valiente como las otras madres, que no supo afrontar las crisis como otras mujeres, que se escapó de un infierno para entrar en la nada, con ese deja vu que no la alcanza.
Se cumple una noche más de ese fatídico momento y aun no es tiempo de aceptarlo.
Esa esquina, ese auto, la decisión… no, ¡aun no es el momento!
Se aleja por el sendero, los perros ladran, sólo ellos la sienten pasar.
Impactante!! Sabés, algo así me imagino el infierno...
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