Miles de lenguas lamían ansiosas el vidrio de la botella gigantesca. Con avidez y fruición intentaban destaparla para obtener la esencia de las cosas prisioneras en ella.
Los denodados esfuerzos lograron el propósito y los suspiros de alivio fueron audibles.
Por fin, las palabras se desparramaron sobre la mesa y todas las lenguas abrevaron en ellas.
Susana Rosa Lares
No hay comentarios:
Publicar un comentario