viernes, 8 de octubre de 2010

LAS SOMBRAS QUE SE VOLVIERON INSIGNIFICANTES - CLAUDIO ROJO CESCA


Por aquellos días, los miembros de una sociedad secreta se reunían en un edificio en ruinas, lejos de la zona mejor iluminada de la ciudad. Le rendían culto a un dios que no tenía nombre y bebían una libación que preparaban con vino tinto y la sangre de un ave exótica.
Cada año ofrecían una ceremonia orgiástica en la que se sacrificaba a un recién nacido. Así fue durante décadas hasta que, hace algún tiempo y en virtud de algún conjuro, los recién nacidos dejaron de morir por el filo de la daga.
Uno de sus sacerdotes dijo: “terribles cosas sucederán, porque las entidades no pueden ni deben renunciar a la muerte”.
Los días pasan, la sociedad secreta se ha disuelto y el edificio en donde se reunían continúa en ruinas; pero las sombras que alberga son ahora insignificantes y desconocidas.

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