La languidez de sus manos lo apesadumbró. El hedor a viejo lo atormentó. Los gemidos de dolor lo contuvieron. El espejo enmudeció.
Un médico, dos asistentes, tres angarillas, cuatro drogas, cinco canalillos; el respirador, que él ahogó en su postrer espiración.
bueno, muy bueno, sin necesidad de muchas palabras. gracias
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