LEONARDO DOLENGIEWICH
La buena cocina
Parece que no les gustó la cena porque me secuestraron en la
cocina, me cortaron una mano y prepararon un guiso con mi propia carne. A punta
de pistola, me obligaron a comerlo.
Debo admitir que son buenos cocineros: al fin y al cabo
terminé chupándome los dedos.
Homenaje comprometido
Estamos aplaudiendo hace diez minutos. No podemos parar,
estamos obligados. Tenemos las palmas rojas pero seguimos. Ya van treinta
minutos. Algunos están lastimados. Mas sabemos que el castigo a la
desobediencia podría ser severo. Una hora. A todos nos sangran las manos. El
agasajado toma el micrófono. Dice que no exageremos, que se nota. Seguimos
aplaudiendo.
Edipo
Lo dejaron en el monte Citerón, recién nacido y a su fortuna,
condenándolo así a la muerte.
Lo encontró un pastor y se compadeció de él, condenándolo
así a la vida.
Interés leonino
En su primer día al frente del Ministerio de Educación, el
Tuerto López se sienta frente a su escritorio, cierra su ojo y hace un repaso
mental de su carrera laboral. Se detiene especialmente en su primer año de
docencia en escuelas primarias, en sus alumnos de aquel momento, en la afición
de estos últimos por las hondas, en la puntería que tuvo uno de ellos para
atinarle al rostro del docente inexperto. Cuando concluye el racconto, abre el
ojo, enciende su computadora y redacta la Ordenanza 35, que impone para todas
las escuelas de la provincia la cría obligatoria de cuervos.
Debut circense
Cierra los ojos y visualiza una vez más aquella imagen. Él,
firme frente al león, le indica a la bestia que se quede quieta y que abra la
boca. El circo está absolutamente repleto y el público, en silencio absoluto,
observa con asombro cómo el felino obedece.
Luego, él mete la cabeza en las fauces pestilentes del animal y el público
estalla en un aplauso conmovedor.
Entonces, oye una voz que le dice al oído: ahora. Es
empujado mientras abre los ojos. Todas las miradas del circo se dirigen a él.
Ya escucha los rugidos, cada vez más cercanos.
Entonces, se arrodilla y, mirando a un punto fijo del
público, dice: Salud, César, los que van a morir te saludan.
Hacerse grande
Como había hecho de niño tantas veces, preparó el baño para
su tía y se escondió para espiarla. Pero esta vez, era diferente: él ya había
cumplido los dieciocho años. No se ocultó afuera para mirar por la ventana. Se
quedó adentro, tras la puerta del baño.
Cuando la tía se desnudó y se sumergió en la espuma, él se
abalanzó. Ella lo recibió con una sonrisa y le dijo al fin.
Leonardo Dolengiewich nació en
1986 en Mendoza, Argentina, donde aún reside. Es Técnico en Tiempo Libre y
Recreación y estudiante de Psicología. Durante 2009 y 2010, coordinó un taller
de creatividad literaria para adolescentes en el Centro Literario Laberinto. En
2009, participó de la Mesa de microrrelatos en la Feria del libro de la
Provincia de Mendoza. Y en 2011, participó en las IV Jornadas Nacionales de
Minificción realizadas esa misma provincia. Algunas de sus microficciones han
sido publicadas en la "I Antología Triple-C. Microrrelatos reunidos"
y en el libro "200 microrrelatos de terror ArtGerust. Homenaje a Edgar
Allan Poe". También han publicado algunos de sus textos los sitios web:
Letras de Chile, Internacional microcuentista, Químicamente impuro y El
microrrelatista.
No hay comentarios:
Publicar un comentario