ORNELLA BARRAZA
El fin del grillo
Era las tres de la mañana. En contraste con el silencio
sepulcral de la calle, la fricción de patas del grillo musiquero parecía elevar
su proyección sonora, como si estuviera en un teatro acústicamente dispuesto.
Mi sueño puede ser interrumpido por el vuelo de una mosca,
cuanto más por el espíritu de un grillo, mi enemigo jurado desde hace varios
días.
Esta vez el sonido parecía salir de la pared. Tomé el
aerosol aromático y presioné varias veces, apuntando entre el cemento y el
zócalo de madera.
Un insecto oscuro se abrió paso a los saltos hasta salir de
la habitación. ¡Era tan pequeño! Increíble que de allí salieran los estridentes
cantos. Esas noches de búsqueda incansable ahora venían a mi mente. Esas pausas
del bicho, que luego reanudaban su marcha musical ante mi agotamiento y
frustración, casi como una burla.
Le di muerte con la ojota. ¡Victoria! El silencio sepulcral
lo inundó todo.
Alivio y un poco de tristeza. Adiós, grillo. Te hubiese
disfrutado en el campo, allí sos fundamental para sentir la magia de la noche.
Pero en este mundo de concreto y alarmas crueles, el silencio es una mercancía
que se impone, a fuerza de nosotros mismos.
Diluvio
Antes de ayer prendí todos los ventiladores para combatir la
humedad. Afuera llovía.
Ayer hice un montón de trámites bajo la lluvia. Veredas
empapadas, choque de paraguas, splash de autos que se acercaban mucho a los
costados.
Hoy tomé el Chaco-Corrientes bajo la lluvia. Hubo retraso en
el puente y los gotones se colaban por las ventanas.
Sin embargo, hace un rato se asomó una tímida luz de sol.
¿Es un traidor que nos sumió en el abandono? ¿Es un prisionero que logró romper
su grillete de nube negra?
Puede que me lo haya imaginado. Y si no vuelve a salir,
estamos jodidos. Si la esperanza se ajusta al gris de los días, podría ser un
problema.
Si vuelve el astro, se secarían los perros de la plaza,
descansarían las bocacalles atiborradas de agua sucia. Nosotros secaríamos
nuestros mechones, zapatos, capuchas de camperas, billetes de cinco pesos
olvidados en bolsillos.
Fluctuaría el humor de jazz y tango, los paraguas se
prepararían para las próximas justas medievales en pleno urbanismo horas pico.
Las baldosas flojas dejarían de burlarse de nuestra torpeza en el apuro. Yo
haría un esfuerzo para mirarlo directamente. Que se entere que lo extrañé y que
lo estaba esperando.
Emigrante
Un ciudadano está dejando El País de la Insignificancia.
Como es vasta la población quizá sea imposible identificarlo. No recibe ninguna
fiesta de adiós, simplemente se marcha con una valija en la mano.
Después de todo, siempre fue un extranjero.
Ese es tu nombre
Se inclina para ver más de cerca. En el rectángulo verde se
ven unos signos. Le piden que los imite en un papel, que use su puño y trace
unas líneas.
-Vamos, Pablo -dice una voz femenina, amable pero
imperativa.
Toma el lápiz negriamarillo con la goma de borrar en la
punta. Acomoda la posición de los dedos, hasta que encuentra la forma exacta.
Hace presión, se esfuerza por copiar los signos del rectángulo verde. Le salen
un poco chuecos, algo temblorosos, exagerados en las curvas. Mira el resultado
¿Qué es esto?
-Ese es tu nombre- vuelve a decir la voz femenina.
Pablo se encuentra con “Pablo”. Esos signos son instrumentos
de sentido para declarar su existencia. Pablo siempre llenó con sonidos lo que
no pudo entender por escrito, anhelando la suerte de su hermano, que fue a la
capital con una tía y terminó el secundario. Él tuvo que dejar la escuela y
quedarse a trabajar en el aserradero con su padre. Pero ahora era su turno.
Siempre le molestó la frase “Nunca es tarde”, prefiere pensar que “Tarde es
nunca”, y que él lo logró. A sus sesenta años, está aprendiendo a leer y a
escribir.
Ornella Barraza nació en la ciudad de Formosa en
1984 y vive en Corrientes desde el año 2002. Se considera narradora con
incursiones en la poesía. Estudió el Profesorado en Francés en el Instituto
Josefina Contte y actualmente cursa el Profesorado en Letras en la UNNE. Formó
parte del Taller Literario Paraná-dar. En 2016 presentó su libro de relatos
"La inmanente repetición", como parte de la Colección Pariente, de
Ananga Ranga Editorial. Colaboró con sus textos en antologías como Paraná-dar
(2015), Colores de Mainumby (Poesía, 2016), antología de Poesía y antología de
Cuento (Semánticas del Desequilibrio, 2017). Organizó eventos de promoción de
lectura regional desde la Biblioteca de Autores Regionales en Extensión
Universitaria de la UNNE
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