CINCO
MICRORRELATOS DE ROGELIO DALMARONI*
MILLONES
Millones de personas van y vienen, se
escuchan autos, gritos, puertas que se abren y se cierran, aviones, voces de
niños, edificios en construcción, una bella voz de mujer.
El hombre está sentado en el living.
Nadie llama a su puerta.
DOS BUENAS
NOTICIAS PARA PEDRO
Dejó de fumigar apenas comenzó, porque
sintió un fuerte dolor de cabeza; no era la primera vez. Caminó a su casa con
la visión borrosa.
Tomó mucha agua y se acostó, no podía
mantenerse en pie.
Al rato, quiso levantarse para terminar
la fumigación y darle de comer a los chanchos, pero no pudo. Respiraba cada vez con más dificultad.
Le pareció escuchar una camioneta.
Sintió una fuerte opresión en el pecho.
Recordó que María había sentido lo mismo
antes de morir.
Tuvo convulsiones y vomitó. Entró en
coma.
El ingeniero golpeó la puerta. Dejó el
veneno en la galería y se fue a la
plantación a buscar a Pedro. Quería darle dos buenas noticias: el aumento en el
precio del tabaco y la beca escolar de la empresa para su hijo.
EL
LECTOR
Luego de unos meses y con algunos
cuentos, ilegibles de tan corregidos, la idea de que no tenía sentido continuar
escribiendo se volvía más recurrente y agobiante.
Fui perdiendo paulatinamente el
entusiasmo.
En otoño comencé a sentir una levedad
creciente.
Me fui transformando en un papel, con mis
cuentos de mierda.
Me arrugué más y más…me hice un bollo…y
caí en el cesto.
En el basural, un cartonero abrió el
papel, leyó los cuentos y se emocionó.
COMO DEJAR
DE SER BREVE
Desde niño llamó la atención su
inteligencia. Abanderado en la escuela, medalla de oro en la universidad,
recibió un importante premio nacional del cuento ultracorto a los quince años.
Lo llamaban “hiperbreve”, porque eyaculaba apenas las mujeres
comenzaban a acariciarlo.
Como estaba convencido de que había una
relación estrecha de la literatura con el sexo, dejó de escribir microficciones
y se dedicó a las novelas, pero ellas se volvieron interminables.
RUTINA
Se levantó el domingo media hora más
tarde que el resto de la semana, preparó
el desayuno, le dio de comer a los gatos y a la perra, recogió el diario en el
buzón, se sentó debajo del limonero a leer: primero el pronóstico del tiempo,
después el horóscopo, luego el obituario para ver si había conocidos.
“Ricardo Iribarne falleció el 12 de enero de 1948. Será enterrado hoy a las
16hs”
- No sabía que había otro Iribarne… -
pensó.
Buscó en la guía telefónica y no encontró
su apellido. Llamó a la funeraria y le confirmaron que estaban velando a
Ricardo Iribarne; pidió entonces para hablar con algún familiar; cuando escuchó
la voz llorosa de su hija prefirió no responder.
Sacó del placar el traje de hilo blanco
del casamiento y lo puso sobre la cama.
Volvió al limonero y siguió leyendo el
diario, a las 12 almorzó, luego durmió la siesta hasta las 15y30, se dio un
baño y acompañó el traslado de sus restos al cementerio.
*Rogelio
Dalmaroni: Nació en 1953, en Apóstoles, Misiones. Además de escritor, es promotor
de la agroecología en el Ministerio de Agricultura de Misiones. Ha publicado en
2014 su libro de microficciones y poemas breves "Final Abierto".
excelente, me emociona.-
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