jueves, 18 de septiembre de 2014

Ildiko Valeria Nassr








Siempre me declaré más proclive al incesto que al parricidio. Prefiero acostarme con los padres que matarlos. Prefiero la convivencia a la ausencia (perdón por la cacofonía). Aborrezco a quienes salen de cacería de padres. Prefiero un aquelarre a una masacre. Sin embargo, me he retirado. No me caso con nadie. Abandoné a los padres en su cama y me encerré en una biblioteca....


Pensamientos

Los pensamientos estaban prohibidos para las mujeres entonces. Por eso cuando el hombre se acercó y sospechó algo, ellas se callaron.
Eran concubinas esperando a su caballero. Llegó con la impuntualidad de los que mandan. Las mujeres aprovecharon el tiempo juntas, para instalar una nueva forma de gobierno. Someterían a los hombres y les prohibirían pensar.


Mujeres

Una mujer estudia inglés después del trabajo. Otra mujer compra una bicicleta y aprende a andar en el patio de su casa. Una tercera mujer escribe cuentos fantásticos y poemas de amor y aventuras. La última, tiene un amante varios años más joven al que le paga una pequeña fortuna que le roba a su marido.
Todas con un único deseo: ser libres.


Ni en tus peores pesadillas

Lo peor son las puertas que se van cerrando detrás tuyo. El sonido de los cerrojos que se cierran a tu paso. Ese laberinto que se va formando mientras caminás para llegar a tu lugar de trabajo. Te cruzás con personas a las que no mirás. Son solo uniformes que se desplazan y rara vez responden tu saludo. Te sentís insegura. Como si algo te faltara. Como si no pudieras pedir ayuda. Como si cada puerta que se cierra fuera una posibilidad menos de escapar. Acaso la sensación será similar a la que el Dante le dio a sus círculos del infierno. Acá no son círculos, son pasillos interminables, cuyas puertas se cierran después de que las atravesás. No hay vuelta atrás. No hay lugar para los débiles aquí. Quienes no tienen la fortaleza de seguir, pierden la chance de salir.
Pensás en el calor de tu hogar, en las manos pequeñas de tu hija. En los cuadros que adornan tus paredes, en las risas de los amigos. Y te preguntás qué te hace venir a este lugar.
Caminás con la mirada hacia el piso. Tus zapatos están sucios, llenos de tierra. Tuviste que caminar cuatro cuadras sin asfaltar para llegar. El jardín compensa la desolación y el cúmulo de sensaciones negativas. Virreinas. Por doquier. Nunca imaginaste hacer este recorrido nefasto. Ni en tus peores pesadillas.
Seguís caminando lentamente, con uniformes y miradas penetrantes que pasan a tu lado y que decidís omitir.
Hasta que ves su sonrisa esperándote (eso te gusta pensar: que te espera. Sabe que vas a venir y cuenta los minutos para verte llegar). Recién entonces entendés porqué venís al infierno dos veces por semana.


ILDIKO NASSR


Nació en Río Blanco, Jujuy, en 1976. Ha publicado libros de poemas (Reunidos al azar, 1999; La niña y el mendigo, 2002; y en coautoría Ser poeta, 2007), de cuentos (Vida de perro, 1998) y de microrrelatos (Placeres cotidianos, 2007 y 2011) (Animales feroces, 2011). Sus microrrelatos han sido incluídos en recopilaciones como la de Laura Pollastri, El límite de la palabra. Antología del microrrelato argentino contemporáneo (Menoscuarto, Barcelona, 2007); 1001 cuentos de una línea (Thule),Monoambientes. Microrrelatos del Noroeste Argentino, 4 voces de la microficciòn argentina (Buenos Aires, 2009), Bagliori estremi (Turín, 2012), entre otras. Sus poemas fueron seleccionados para integrar la Antologìa de la poesía joven del NOA, por Santiago Sylvester. En 2011, dio una conferencia sobre la microficción en "Lettretage", Berlín.