lunes, 25 de enero de 2016

ANDRÉS NAVARRO (Santiago del Estero)




Minicuento

Voy a escribir un minicuento. Puede ser sobre un enano de plástico que vivía en un mundo de plástico. Puede ser que un día como cualquier otro este enano de plástico descubra que parte de sí no es de plástico. Puede ser entonces que eso se empiece a notar y que los demás enanos de plástico del mundo de plástico lo empiecen a señalar. Puede ser que este minicuento se esté extendiendo demasiado. Lo voy a terminar aquí.


Cuatro monos

El primer mono tomó el objeto con cierto recelo y lo depositó cuidadosamente en una rama de hojas secas. Lo examinó atentamente, de un lado, del otro, llegó a la conclusión de que jamás había visto tal cosa.
El segundo mono enfatizó nerviosamente en los colores del objeto y propuso los comparasen con los de algún otro objeto conocido por ellos.
Un tercer mono, ya más intranquilo, intervino y advirtió que ningún objeto conocido tenía tales colores e impeló a sus compañeros a deshacerse inmediatamente de aquello. Decisión aprobada ruidosamente.
Un cuarto mono, más calmado, trató de serenar los ánimos diciendo –vean compañeros, una vez fuimos aturdidos, ustedes recordaran, por una turba de buitres. En aquella ocasión nos refugiamos en lo alto de la selva y sin embargo estos carroñeros nos increparon con famélicos insultos. Nosotros llegamos a dudar de nuestra condición vital pero cuando uno de esos embusteros animales se acercó demasiado nos abalanzamos sobre él y le dimos muerte. Después de ese acto de extraordinaria camaradería las otras malsanas bestias nos dejaron en paz ¿lo recuerdan ahora?
En tanto, el objeto había descubierto un sendero entre las hojas secas y ya se encontraba, sin temor alguno, donde los suyos.


Enanos de civil

En un bar, tomando un café, pienso en los enanos.
¿Qué hacen los enanos cuando tienen franco? ¿Cómo es un enano de civil? Tal vez esta muchedumbre caótica sean en realidad los enanos de civil. Tal vez están de civil pero no de franco. Que miedo. El ejército de enanos está infiltrado entre vosotros. Mejor pido la cuenta y me voy.
El mozo me mira raro; debe ser un enano.


El encuentro

Dos personajes de dos libros contiguos de la biblioteca de Babel se encontraron, un buen día, en un tercer libro. En el primer libro se relata la misma historia que en el segundo. La única diferencia estriba en que en el primer libro hay sólo un personaje y en el segundo están los dos. De modo que el tercer libro trata de este encuentro en dónde el primer personaje no conoce al segundo, pero el segundo sí al primero y toda su historia. Generando así, gran confusión en el primer personaje y jocosas risotadas en el segundo.


Elena

Elena se levantará pronto, me dijiste con lágrimas en los ojos. Supe que debía marcharme. Supe que ya no me amabas, me lo decía tu mirada. Antes de que se levante Elena, te dije, quisiera contarte todo lo que pasó. Tus ojos no cambiaron y supe que debía marcharme. Elena me va a olvidar, te dije. Y tu mirada me dijo que ya no me amabas.
Desperté varios días después, cuando Elena ya estaba levantada. Pero tus ojos no cambiaron. Habrá sido un sueño, te dije y te lo conté todo. Tu mirada envuelta en lágrimas me dijo que ya no me amabas.
Ha pasado un año desde que Elena se levantó y varios meses sin verte. Te contaría de este último tiempo, pero… temo la verborrea de tu mirada.
A veces me pregunto si reconoceré a Elena y no encuentro respuesta. Busco con la mirada pero cerrando los ojos. No quiero ver, pero quiero encontrar ya no se qué. Y esto no se cierra, no tiene final. Sigue, persiste en la barbaridad de un llanto que se contiene a sí mismo. Y esto no se olvida.
Despertaré un día y te preguntaré si todo fue un sueño. Me contestarás que sí. Callaré y volveré a dormir, antes de que se levante Elena. 

Andrés Navarro. Una vez fue al mercado a comprar mandarinas y compró bananas. Hizo un poema.
Una vez se obsesionó con un cuento de Kafka. Lo desarmó palabra por palabra para ver si así conseguía descubrir el secreto del checo. Se dio por vencido. Escribió un cuentito.
Una vez fue a Tucumán a estudiar Arquitectura. Volvió a Santiago a mitad de año. Al año siguiente volvió a Tucumán a estudiar Psicología. Varios años después volvió a Santiago con el titulito. Y poemas y cuentos.
Una vez, en Santiago del Estero, allá por 1980, nació.
Una vez escribió algo acumulando frases sin pensarlas y sin conexión. Se las mostró a un estudiante de Psicología: mhhh!!! esto habla de sexo, aseguró.
Una vez pintó una bandera con la cara del Roby. La interceptó la policía en un enfrentamiento Mitre/Sarmiento.
Una vez se inscribió en u concurso de poesía. Ganó el primer premio. No se alegró.

Los minicuentos de esta selección forman parte de su libro ENANOS ESCONDIDOS (Perras Negras edita, Santiago del Estero, 2011, edición artesanal) y la semblanza del autor se corresponde de manera textual con la que se puede leer en la contratapa del libro. La fotografía que ilustra la nota fue tomada del muro  de Andrés en Facebook