jueves, 28 de diciembre de 2017

MATÍAS RIVAROLA (Corrientes)



1.
En el barrio cae una bomba y todos corren. Gladis, la almacenera, sale a la vereda ensangrentada y se derrumba a los pies de un paraíso. Don Ávila, que justo pasa buscando changas, socorre a uno de los chicos que grita debajo de los escombros. La pelota que andaba girando fue a parar a una cuneta con agua podrida. También hay un bote viejo, en el que ayer nos besamos. Y eso es todo.

3.
Los sabiondos del fútbol dicen que los grandes equipos nacen de pequeñas sociedades: Bochini-Bertoni, Gullit-Van Basten, etcétera. En el barrio había una: Lobito y Terry. Lobito era el perro de Don Sosa, pero todos lo queríamos como propio. Terry era su antítesis: vivía con mala onda y no se bancaba a la gente. Pero uno era la sombra del otro. Los perros de barrio son dueños de la calle; es una regla no escrita. Un día que no pasaba nada, un auto pasó por encima del cuerpo morrudo del Terry, que, como un testimonio de su vida, gruñó hasta el final. Fue algo terrible. Lobito anduvo errante y así siguió algunos años más, como buscando algo incierto. Hasta que un día se quedó ciego y, como casi todos, también se fue del barrio.

8.
Esta noche voy a cocinar. Voy a prepararte una receta tailandesa que aprendí por televisión. Es fácil: hay que cortar morrones verdes, rojos y amarillos en juliana, lo mismo un par de gajos de cebollín y un zapallito italiano. Saltear todo eso, más algunos hongos y camarones, en una sartén precalentada en aceite de oliva. Imagino una presentación prolija. Imagino que recibirás el plato con una sonrisa y que vas a amoratarte los dientes con vino tinto. Y con los labios aún mojados me darás un beso húmedo y dulce que será el paso previo a un sofá amarillento, donde caeremos gastados y viejos, apartando migas y pelos de perro para proseguir en ese ritual que nunca termina de ser perfecto.

11.
Trabajo digno y noble el del orfebre. Ya quisiera para mí la constancia de martillar a diario sobre metales y chapas, tomar el cincel y aventurarme hacia formas imposibles, pulir en busca de un brillo escondido debajo de capas arraigadas de herrumbre. Ya quisiera, también, la templanza necesaria para fundir cosas a mil grados de temperatura. Sentir que el cuerpo se derrite y de pronto se torna maleable. Pulirlo sin descanso, con la fuerza inagotable de aquel que ama lo que hace.

12.
Los últimos días estarán, seguramente, repletos de posibilidades de redención. También es casi seguro que las iré dilapidando. Quizá empiece a sincerarme y a poner alto las canciones que me avergüenzan. Voy a renegar por pavadas. Evitaré las calles que, creo, me traen mala suerte. La superstición me acompañará hasta lo último, porque incluso en ese momento me faltará algo más.


Matías Rivarola: nació en 1980 en Juan José Castelli, Chaco. Desde 1998 reside en la ciudad de Corrientes, donde estudió la Licenciatura en Comunicación Social y trabajó en diversos medios gráficos y digitales. Fue corresponsal de la Agencia DyN. En 2014 participó de la Antología “Cuentos Tropicantes”, editada por Literatura Tropical y el CeCuAl. En 2016 recibió el primer premio del Concurso “Chaco del Bicentenario”, organizado por la Legislatura chaqueña, además del tercer premio en el concurso de cuento corto UNNE Para las Letras, de la Universidad Nacional del Nordeste. Este año editó Mala Onda, su primer libro, que había recibido una mención de honor durante el Concurso Literario 2016 del Instituto de Cultura de Corrientes en la categoría poesía. Actualmente trabaja en sociedad creativa con el periodista y escritor chaqueño Lucas Brito Sánchez en la redacción de dos novelas breves.


jueves, 30 de noviembre de 2017

ROSALBA CAMPRA (Córdoba)


PROYECTO DE TRAMPA PARA RINOCERONTES Nº 2
    
Siendo el rinoceronte bestia huraña y desconfiada, es menester disimular la trampa con esmero. Útil a tal fin resulta el uso de los espejos, dada la naturaleza narcisista e ilusoria del rinoceronte. Embelesado en su propia contemplación cae fácil presa de los siguientes tipos de trampa: albanega, añagaza, capillo, filopos, enza, lazo ciego, ratonera, saetón.
Con cualquiera de ellas se puede capturar sin esfuerzo al rinoceronte o, a falta de éste, a su reflejo.

AQUERENCIARSE

Como tenía miedo de ser arrastrado quién sabe a dónde, nos había pedido que lo enterráramos un poquito.
Nosotros tratábamos de convencerlo, de explicarle que también se puede vivir, ir a ver a los parientes, o amigos, moverse en fin, sin que por eso uno corra peligro de que se lo lleve el viento. Pero él no nos creía y se iba hundiendo cada vez más.
Al final le quedó afuera nada más que la cabeza, y desde allí nos miraba cuando el viento nos arrastró quién sabe a dónde.
    
LOS PIRATAS

Los piratas se levantan temprano, toman el desayuno con sus esposas, acompañan a sus hijos a la escuela y se encaminan hacia el puerto. Desde el muelle miran los barcos que bajo su mando ya han zarpado al asalto de los galeones españoles cargados del oro del Nuevo Mundo y de virreinas de ojos negros.
No se resignarán jamás, pero lo mismo vuelven a colgarse de un ómnibus como todos los días y antes de que se haga tarde van a la oficina.

DEBERES

Cuando haya terminado con los exámenes de control, pase a la primera repartición, allí le dirán su número. En la puerta siguiente le entregarán los datos correspondientes a las misiones a desempeñar, y las armas, en el caso de que estén previstas. Al fondo del corredor le darán papel, lápiz, estampillas, por si usted considerara necesario tener informada a su familia, amigos o conocidos. Los sobres ya están preparados. En la enfermería lo proveerán de las medicinas adecuadas y de auxilio espiritual, si usted así lo solicita. Antes de salir, pase por la última oficina a la derecha, donde le sacarán la fotografía para el monumento a los Caídos por la Patria.

RECONCILIACIONES

Solía regresar cada tanto a su pueblo. La calle principal, que llevaba a su casa, seguía sin asfaltar, y sombreada por las mismas moreras de la infancia.
En lentas conversaciones con su padre iba por fin limando la distancia que siempre los había separado.
Después se despertaba.
De Ella contaba cuentos chinos, Del Centro Editores, Madrid 2008.
De próxima aparición en Argentina bajo el título Cuentos del cuchillo de jade,
Ediciones Al Margen, Buenos Aires

Los textos fueron tomados de diferentes fuentes de Internet, entre los que debemos mencionar Narradoras Argentinas, Piedra y Nido y Cuentos y más..

Rosalba Campra Nació en Jesús María, estudió Letras en la Universidad Católica de Córdoba, se especializó en teatro y cine en las universidades francesas de Nancy y Paris VIII y se doctoró en La Sapienza, Roma, con una tesis sobre el modelo narrativo en los cuentos de Cortázar.
Publicó Los años del arcángel (novela, Ediciones del Boulevard, 1998), Formas de la memoria(relatos, Lerner/Mundi, 1989/ I racconti di Malos Aires, Fahrenheit, Roma, 1993), Herencias (relatos, Alción, 2002), Ciudades para errantes (microrrelatos y poemas, EDUCC, 2007), Ella contaba cuentos chinos (edición especial para bibliófilos, Del Centro Editores, Madrid 2008, de próxima publicación por Ediciones Al Margen, Buenos Aires, con el título Cuentos del cuchillo de jade) y los libros de artista Constancias (Le parole gelate, Roma 1997) y The book of Labyrinths (Del Centro Editores, Madrid 2008). Entre sus numerosos ensayos se destacan Como con bronca y junando. La retórica del tango (Edicial, Buenos Aires 1996), América Latina: la identidad y la máscara (Siglo XXI, México, 1998) y Territorios de la ficción. Lo fantástico (Renacimiento, Sevilla 2008). Sus ensayos y ficciones fueron incluidos en importantes revistas y antologías internacionales, entre otras Tra due specchi. 18 racconti fantastici di scrittrici latinoamericane (Italia), Antología del cuento fantástico (México), Antología del microrrelato argentino contemporáneo (España) o Comitivas invisibles. Cuentos breves de fantasmas (Argentina). Sus libros-objeto y otros trabajos en los que se superponen la escritura ficcional y la imagen se han presentado en exposiciones colectivas y personales en Europa y América Latina.

Biografía tomada de

martes, 31 de octubre de 2017

JUAN MANUEL MONTES (Mendoza)



Accidente: día 20 

Por desgracia sobrevivimos. Ni yo era tan buen piloto ni tú tan buena compañía. Dentro de este horizonte blanco, todo se ha mantenido quieto e inmóvil como si el mundo aún no comenzara. Ya no temo que los rescatistas o mi familia nos encuentren juntos. 
La poca comida que trajimos para nuestro fin de semana de pasión, hace semanas se acabó y en estas alturas nada crece, porque nada hay y la nieve sola no sacia el hambre. Hoy temo decirte en voz alta que esas curvas que tienes me gustan cada día más. 


Después del primer beso 

Luego de haber destruido la maldición, la Bestia se deshizo de su condición zoomórfica para ser sólo un hombre normal, demasiado normal llegó a pensar Bella ya que los jueves salía con sus amigos a tomar unas cervezas, el viernes se pasaba toda la tarde lavando su carruaje y pasándole pasta para lustrar madera a las ruedas, el sábado y el domingo se sentaba en el sillón de la sala frente al espejo mágico para ver a un grupo de hombres patear a una pelota redonda y cosida. 
De esta manera la pobre Bella envejecía año tras año y siempre antes de dormir cerraba bien la puerta de la habitación, se arrojaba al piso y abrazaba la alfombra de oso, llorando su desconsuelo. 



Entre la jauría 

Dicen que los lobos devoran a sus víctimas mientras aún siguen con vida. Tienen razón. 


En peligro de adopción

Aún hoy en día, Rumpelstinski, busca un niño humano. A pesar de que puede convertir la paja en oro y que habita en un exquisito palacio, nadie quiere darle un niño. No por él, ni nada por el estilo, sino porque Rumpelstinki comparte su palacio con un fornido y agraciado ogro que tiene muy buenos modales y usa ropa de diseñadores. Todos en el reino saben que los ogros son mal vistos, sobre todo por su fama de andar comiendo niños y esas cosas.
Por ello, el pobre Rumpelstinki, sigue peregrinando por los juzgados en busca de un niño. Mientras los padres prefieren abandonar a sus hijos en el medio del bosque que dárselos a esos monstruos.


Prevenir el abandono

Todos los fines de semana el pequeño Hansel deja un rastro de granitos de uva en grapa desde la taberna hasta su casa. Gracias a eso, su tambaleante padre, puede encontrar el camino de regreso.


El baile nupcial

El loco Juan alimenta a las palomas de la misma manera que su madre alimentaba a las gallinas. Mueve primero su mano derecha en un cuenco dejando caer unas pocas miguitas y repite la escena con su mano izquierda, invitándolas a bailar un minué. De entre todas las que lo rodean, elige una, se saca el sombrero y caen más miguitas. La paloma retrocede, pero él, galante, se le acerca y le extiende la mano. La paloma se voltea y toma un pedacito de pan, encantado de ser correspondido, le sonríe.
Ahora, la pareja baila haciendo círculos dentro de una ronda alada, gris y blanca. El baile continúa hasta que se le acaban las miguitas. Luego su paloma lo observa, espera más pan, pero él le muestra las manos vacías. Ella espera, ladea la cabeza, espera, espera… y sale volando.
El loco Juan piensa, quizá así es el amor.

Juan Manuel Montes Escritor, profesor de Grado universitario en Lengua y Literatura por la U.N. Cuyo. Miembro de Triple-C (La Cofradía del Cuento Corto) y de “La trampa: escritores independientes”. Ha publicado en 2008 La soledad de los héroes, y en 2012 Relatos desde Liliput; sus textos aparecen en diversas antologías como: Con la literatura no se juega (2012), Brevedades (2013), El mundo de papel (2014), Antología Trinacional de minificción “Borrando fronteras” (2014), Minimalismos (2015), ¡Basta! Cien hombres en contra de la violencia de género (2016).



jueves, 28 de septiembre de 2017

CARLOS EDUARDO SÁNCHEZ (Tucumán)




Femme fatale

 En el bar repleto estábamos todos los muchachos del barrio. Apenas la vi cruzar la puerta, me di cuenta de quién era; sólo le faltaba la guadaña en la mano.
- ¿Usted es el señor Juan Aguirre?- me preguntó sin mover los labios.
- No… no soy Juan Aguirre – mentí instintivamente.
Pareció quedar confundida, me dijo: - Qué extraño, yo tenía la información que se encontraba en este lugar. ¿Usted lo conoce?
Miré en rededor. Grité a Juan Pérez, que estaba en otra mesa: - Che Juan, acá te busca una señora.
Los vi conversar y luego irse juntos.
Pobre Juan, siempre fue un gran mujeriego; no se le escapaba ninguna. 


La ejecución del plan

Se enteró que lo engañaba; planeó matarla y luego suicidarse. Por error invirtió el orden del plan  y sólo pudo ejecutarlo parcialmente.


Plumas

Al girar, desplegó majestuosa su plumaje multicolor.
El cuello interminable - que sostenía con gracia la cabeza perfecta - pareció estirarse aún más, cuando exhaló, con rebuscada sensualidad, su postrimero canto chillón.
El público aplaudió de pie.
Era la última función en la temporada del teatro de revistas.


Crímenes

La semana pasada pergeñé una estafa.
Ayer hice que mataran a un hombre.
Un par de veces he planeado robos a  bancos.
Sin embargo, el peor de mis crímenes es escribir aburridos cuentos policiales.


La muerte de dios

Cuando murió dios,  el fenómeno pasó desapercibido para la mayoría de las personas. Sólo unos pocos nos dimos cuenta de los pequeñísimos detalles que daban indicios  del hecho. Pasado el tiempo, a algunos ateos honestos, nos pareció un despropósito seguir negando la existencia  de algo que ya no existía.

Carlos Eduardo Sánchez. Tucumano.  Comerciante. Nació 1960.Comenzó a escribir en 2005. En el año 2008 obtiene, con el cuento “Robo en la clínica Niere”, el  1° premio del Certamen de Narrativa y poesía  de  “IV Mayo de las Letras” organizado por el Ente Cultural de Tucumán. En 2009 obtiene una mención, con el cuento “Bernabé en París”,  en el “Concurso Cuentos del noroeste”  organizado  por la Universidad Nacional de Tucumán. Cofundador de la revista/libro “A turucuto”. Participó en antologías de Argentina y México.

martes, 29 de agosto de 2017

MARCELA RUIZ (Santa Fe)



Fantasma
Berta cerró la ventana de la habitación con inusitada calma. Cuando se sacó la túnica blanca, desapareció.

Sorpresa
A tía Lurdes la habíamos visto vestida de negro toda la vida; por eso, con mis hermanas, nos sorprendimos tanto cuando advertimos lo bien que le sentaba el blanco de la mortaja.

Perspectiva
Él enhebró el último hilo de la telaraña cuando ella, mirando a la feliz pareja que dormía en la cama matrimonial, le dijo:
¿Ves, mi amor? ¡Así quiero estar con vos el día que nos casemos! A mí no me va eso de andar colgados del techo toda la vida, como nuestros padres.

Juego
Nos buscamos en la oscuridad. Cuando me encontró, ya tenía el cuchillo clavado en el estómago.

Cosa de trebejos
El rey usó todos los peones del reino para distraer a los alfiles, encerró a los caballos y huyó con la dama de la torre.

Desencuentro amoroso
Cuando Penélope y Ulises se reencontraron después de veinte años, estaban tan deteriorados los dos, que decidieron: ella, seguir tejiendo y él, volver a partir con las naves.

Viveza ciclópea femenina
Cuando el Cíclope enamorado vio a su primogénito le pidió una explicación a su mujer:
Mi amor, ¿cómo es que nuestro hijo ha nacido con dos ojos?
Pero, tontito... ¿acaso no te das cuenta de que tiene dos ojos, porque uno es tuyo y el otro es mío?

Reiniciar
El último ser humano que quedaba sobre el planeta se puso de pie y confundido vio como Dios se acercaba a él, para decirle:
Lo lamento, pero hay que volver a empezar. Dame la costilla.

Momento
El pájaro giró hasta encontrar el ángulo justo que le permitió observar al hombre que lo estaba mirando. Entonces, le dio la espalda y comenzó a gorjear. Instantes después, el hombre voló.

Inesperado
Y cuando el príncipe la besó, ella también se convirtió en batracio.

Marcela Ruiz Nació en Río IV y actualmente Reside en Casilda (Santa Fe). Es profesora de Castellano, Literatura y Latín. Ha publicado trabajos en antologías locales, nacionales e internacionales, publicó el libro de poesías «Saco de versos» (2003) y el volumen de narrativa breve «Tiros al aire» (2006). Obtuvo premios en concursos literarios regionales, nacionales e internacionales. Escribe en los géneros poético y narrativo, especialmente microficción. Publicó artículos diferentes medios y ha participado como columnista de Cultura en medios televisivos, radiales y gráficos. Es responsable del micro Palabras que no se lleva el viento  y publica artículos sobre la lengua española en la edición digital del periódico “La nueva senda”. Asistió al III Congreso Internacional de la Lengua Española. Coordinó talleres literarios en escuelas, vecinales y en la Municipalidad de Casilda. Participó como disertante en Congresos sobre Lengua, Literatura y Educación y como autora invitada en encuentros literarios. Fue jurado en diversos concursos literarios.

lunes, 31 de julio de 2017

CARINA ITALIA MANASSERO (Córdoba)


MAR Y MONTAÑA

Bostezaba la tarde. Ellos  jugaban. Se enredaban terrosas las manos pequeñas.
La noche abrazó a los niños. Se despidieron. Él marcharía lejos. Le traería caracoles,  vientos marinos  y  arena blanca que la niña no conocía.
Muchos  crepúsculos matizaron esa infancia, pero  el viento  arrasó sus edades y una mañana, ya adultos,  se encontraron…
 Él venía con la mirada célica del mar que ella nunca visitó y traía en su piel los surcos de horizontes viajados. El cabello era del color de las arenas. ¡La luna lo había iluminado  tanto….! Ella olía a jazmín en su tez ocre, tenía  la mirada oscura de los cerros  y la cabellera salvaje.
 Ambos sintieron trotar sus latidos.
Él quiso  flecharse bajo la  sombra de su  molle…Ella,  sentir sus olas y naufragar.
 Él  fue  mar y arena ….Y ella bahía y montaña.


¿CÓMO SE OLVIDA__?

¿Cómo se olvida? …la había escuchado ronronear la frase que seguía :... Cómo se olvida el amor de un hombre que no puede amarte como vos lo haces?... recuerdo haber visto tristeza en su semblante… Y fui testigo de las rutas que escogió en el camino de la vida,  vi cómo aturdió su amor con aventuras pasajeras, la escuché reír de la boca para afuera... sedujo con su frescura al viento del norte, lo hizo manso y no lo buscó más, tampoco jamás lo volvió a nombrar y los años apergaminaron su cuerpo y un día… murió…
Enterramos  su cuerpo en el suelo terroso del cementerio del pueblo, y lo tapamos con un manto de césped y  flores amarillas. En  la misma tierra, compartiendo las mismas humedades lo enterraron a él, veinticuatro horas después. El eco de ¿cómo se olvida? Atraviesa el tiempo y escucho sus voces: dialogan desde el más allá:
 _Te moriste por olvidarme, le dice él_ ya ves… por fin te alcance, ahora puedo decirte, por fin puedo decirte, que no tenías que huir… solo tenías que aceptar mi forma de amar…
Yo, me fui, allí los dejé con sus reproches, sus miserias, sus huesos, sus errores…


EL AMULETO

Le gustaba la plata. ¡Y cómo! sobre todo si llegaba sin trabajo. Por eso lo del amuleto. Tenía efecto con  guita, fama y  mujeres. Un tipo feliz. La envidia de todos, porque lindo, lo que se dice lindo no era.
La cosa es que el amuleto se le perdió en el baño del casino sin que se diera cuenta. Notó su ausencia al concluir de apostar a la Martingala, cuando buscó frotarlo en el bolsillo de siempre, como acostumbraba. La certeza del acierto se transformó en probabilidad y estalló en terror cuando jugó rojo y salió negro.
Su compañera de turno lo miró mientras se desvanecía su sonrisa. Presionado por tantos ojos curiosos que lo habían envidiado siempre, duplicó la apuesta, otra vez colorado,  por todo lo que llevaba encima. La transpiración le mojó el calzoncillo, ahora tenía el pálpito de perderlo todo.
Siguió la bola y casi grita “ Bravo”, pero la bola se depositó en la oscuridad.
Vio el resplandor. Justo cuando el corazón dejó de latirle. Los paramédicos lo confirmaron. Infarto.  Al desprenderle la camisa, el amuleto cayó. Allí lo había colocado por temor a que se le cayera cuando fuera a orinar. Lo había olvidado.


LADRONES DE OJOS


” ¡Ojos que ven pasado y  futuro... Ojos miopes que deforman la realidad… Ojos tercos que ven siempre lo mismo… Ojos enamorados que  lagrimean… Ojos seductores… Ojos con arrugas de fruncirse por desconfiados….Elijan, señores, los ojos  que desean, tarareaba el vendedor ambulante que exhibía sobre su mantel estuches de ojos.
El Peludo y El Pelado se miraron. Uno charló al vendedor, el otro arrasó con el mantel.
Fue fácil encontrarlos. El peludo vendía predicciones en una esquina y ocultaba entre sus pelos los ojos que veían el pasado y el futuro. Y la cola de mujeres en la plaza, delataba la presencia de El Pelado, que usaba los ojos seductores.
Tras los barrotes, murmuraban que no fue una buena idea. El guardia cárcel cantaba “¡Yo vendo unos ojos negros…!” El calor se tragaba el aire y  encima, el sudor ardía en sus ojos, en esos ojos de malandras.



Carina Italia Manassero nació en Villa Carlos Paz, en 1967. Es Profesora de  Educación Pre-escolar,  de Magisterio Superior y  de Lengua y Literatura. Ha participado en la Antología Poética Letras en Flor, en los años 1995, 1998 y 2000. Publicó en  ReCién cumplidos por el Centenario de Villa Carlos Paz. En el 2013, presentó su nouvelle Más Allá del mar, en el marco de la Feria del Libro de Villa Carlos Paz. Ha participado en numerosos concursos literarios en donde fue seleccionada para diversas antologías. Desde el año 2013 es coordinadora de la Comisión organizadora de la Feria del libro de Villa Carlos Paz. En el año 2016, publicó Desde el andén, un libro de microrrelatos cuyo eje temático son los viajes. Actualmente, ejerce la docencia en la Vicedirección del Nivel Primario y en la Cátedra de Literatura en el Nivel Secundario del Instituto Dante Alighieri de Villa Carlos Paz. Conduce junto a la narradora Andrea Arribas, el espacio radial El peor de los pecados en FM 100.7 de su ciudad. Difunde la literatura local en su espacio literario en el programa televisivo Vientos de Cultura y continúa su trabajo en la coordinación de la Feria del libro edición 2017.

martes, 27 de junio de 2017

ESTEBAN IBARRA (Santiago del Estero)


Revelación
Finalmente le confesé a papá mi aversión por los payasos; rompió en un amargo llanto que terminó de arruinar su ya grotesco maquillaje.

Censura
La niña escribe el secreto Nombre de Dios en un papel. El papel se enciende. La niña se incendia. El Señor trabaja de maneras misteriosas.

Show
Estalla en mil pedazos. Desperdigados restos por todo el escenario. El público aplaude a rabiar y se retira todavía excitado por el gran espectáculo que acaba de presenciar. Los últimos en irse pelean por algún suvenir. Una oreja, un pedazo de tela manchada con sangre, un dedo; todo sirve. Ahora sueltan a los perros para limpiar el lugar. Dicen que mañana se presenta un mago que hace trucos totalmente desnudo. Suena interesante.

Declaración
Junté coraje y por fin me animé a hablarle a aquella chica que tanto me gusta. Pero estaba muy nervioso y solo atiné a balbucear un par de frases poco inteligentes. A ella pareció no importarle demasiado lo que le decía, ya que siguió mirando al frente con una hermosa sonrisa congelada en su rostro, mientras la gente se agolpaba extrañada frente a la vidriera del local.

Esteban Ibarra nació en la ciudad de Santiago del Estero en diciembre del año 1978. Es diseñador gráfico y actualmente trabaja en la sección Publicidad de diario El Liberal. Con el poema Amasijo ganó el 2º premio del “Premio Municipal de Literatura San Miguel de Tucumán-Género Poesía” en septiembre de 2010.
La fotografía fue recuperada del muro de Facebook del autor. La biografía extractada de la Antología El microrrelato en Santiago del Estero, segunda edición.  

lunes, 29 de mayo de 2017

LAURA NICASTRO (Buenos Aires)



MINOTAURO 
A veces, cuando en la penumbra de algún atardecer la luna del espejo me asalta a traición, distingo el brillo de la locura en su reflejo azogado. Inclino sus aletas laterales hasta que rozan mi cabeza. La imagen se multiplica en infinitos túneles verdosos.
Acomodo la más aguda piedra que imaginar pueda entre los pliegues de mi túnica blanca. Mi corazón es un ave frenética de miedo.
Oigo sus cascos que se acercan desde el final del túnel. Ya veo su testa bicorne, su belfo, me huele. 
Tiemblo. 
El Minotauro se excita. Trota. 
Lo espero sin moverme. 
Apunto a su frente, sin respirar, para no errar el blanco. 
Voy a lanzar la piedra. 
Vacilo. 
Silencio. 
Abro las aletas del espejo y el brillo temido desaparece, se pierde en los túneles. 
Una ojeada plana descubre el límite del delirio. 
Temo que algún atardecer olvide cómo se abren las aletas del espejo y quedemos, el Minotauro y yo, del mismo lado. 

ORLANDO SIGLO XXI
Me violaron a los nueve años. Algunos dijeron que usaba la pollera demasiado corta. A él le prescribieron un tratamiento para recuperarse.
En mi adolescencia fui obrero textil. Una madrugada me arrojaron del tren para robarme el sueldo. Perdí una pierna y un brazo. El otro se cobró los intereses que le debía una sociedad ingrata, dijo la prensa.
Aunque incompleta, seguía siendo una mujer hermosa. Me enamoré de un hombre rico.
Nuestro hijo fue atacado y muerto a puñetazos a la salida de un local nocturno. Era una broma de jóvenes, alegaron.
Un grupo de idealistas me raptó porque yo era un hombre rico. Pidieron un rescate exorbitante por lo que de mi quedaba.
Yo pondría la otra mejilla, Señor, pero la tengo llena de cal.

MEDICINA MODERNA 
Le dolía la cabeza al caminar. Por error, le hicieron una radiografía de la cadera. 
- Hay que operársela –diagnosticaron. 
Le sacaron la cabeza de fémur. Ahora camina sin dolores y sin memoria. 

SÁBADO PROMETE FIESTA
Sábado por la mañana en el mercado. El cielo está gris y llovizna. El joven pollero Ernesto, guardapolvo impecable, confía en voz alta:
-El miércoles cumplimos nuestro primer aniversario de casados- dice-. Me gustaría regalarle un anillo con un brillante a mi mujer.
María, la verdulera lustrosa y gordita, suspira:
-¡Ay, no sé! Será que yo soy una mujer de gustos sencillos, pero a mí me gustaría otra cosa, algo más simple, más…, más…
Se ha puesto colorada y mira de reojo a su compañero Santos, quien sigue frotando manzanas Red Delicious con un paño y calla.
María tenía razón. Después de años (el pollero divorciado) y ella siguen juntos.

UN TROPEZÓN EN LA VIDA 
Don Tomás levantó la vista y tropezó. Él, ya tan poco afecto a admirar al género femenino, quedó impactado. La muchacha avanzaba hacia él envuelta en un vestido de gasa floreada que la transformaba en flor. Su andar, su figura, le resucitaron una emoción olvidada hacía mucho. 
Decidió esperar a que ella pasara para comenzar una conversación. Pero ¿cómo? Quizás después podrían volver a encontrarse, salir (la esperaría en la puerta de calle con un ramo de rosas), tal vez una cena (imprescindible con velas, un ventanal frente al río), presentarla a su círculo familiar. Necesitaría un período de adaptación generacional a todos ellos, claro. Y casarse (pensó), optar entre una fiesta íntima o no, ¿dónde sería la luna de miel?. Tendrían hijos (tres varones y una mujer, sí, eso), él debería comprar una casa nueva (jardín sí, nada de perros ni de gatos, no señor), habría rutinas escolares, fiestas infantiles (le convenía reservarse un rincón inaccesible en la nueva casa), carreras profesionales (podría tramitar becas), nietos...
Ella estaba a medio metro y él no sabía cómo encararla. De pronto, quitándose el sombrero, atinó a preguntarle: 
- Señorita, ¿usted juega a la quiniela? 

EN CASA DEL HERRERO 
La lima reinaba en la herrería porque ningún metal podía con ella. 
Un día entró una vieja serpiente y empezó a roerla. Creyendo que el reptil se la quería comer, la lima le dijo riendo: 
- ¡Qué tonta! Si yo deshago el mismo hierro, ¿cómo vas a romperme? 
A lo que contestó la serpiente: 
- Sólo estoy afilando mis colmillos gastados. 
Y se fue, sinuosa. 

Laura Nicastro es argentina. Nació en Buenos Aires, donde cursó estudios de filosofía en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Vivió en Alemania durante dos años. Comenzó a escribir a su regreso del exterior. Asistió al taller de Abelardo Castillo, donde tuvo la alegría de ver publicado el primer cuento (La corona y el premio) en El Ornitorrinco. Sucesivos textos aparecieron en diferentes suplementos literarios y revistas argentinos y extranjeros. Los libros publicados hasta la fecha son: Los ladrones del fuego - Cuentos (Ed. Corregidor, Buenos Aires, 1984), Oyó que los pasos - Cuentos (Ed. Corregidor, Buenos Aires, 1987), Intangible - Novela (Grupo Editor Latinoamericano / GEL, Buenos Aires, 1990), Pueblos de Arena - Relatos (GEL, Buenos Aires, 1992), Libro de los amores clandestinos - Cuentos (GEL, Buenos Aires, 1995), Jueves para siempre - Novela (Ed. de los Cuatro Vientos, Buenos Aires, 2005) 
Parte de su narrativa integra diversas antologías:
En 1985 recibió la Faja de Honor de la SADE y el Premio Arturo Mejía Nieto (Primer libro publicado) por Los Ladrones del Fuego. Intangible se hizo acreedor del Primer Premio del Concurso Ricardo Rojas, bienio 1990 / 91, otorgado por el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Fue finalista del Iowa Writer ´s Workshop Programm (EE.UU.) , en 1988 y 1994, auspiciados por la Fundación Fullbright y Antorchas, respectivamente. En 1996 se adjudicó el Premio Alfredo Roggiano a la novela Jueves para siempre, que ese mismo año obtuvo una mención en el concurso Luis de Tejeda. La Fundación Victoria Ocampo premió el cuento La Tigra en su convocatoria del año 2005.
Actualmente, Laura Nicastro vive y trabaja en Buenos Aires, donde continúa con su actividad de escritora , además de coordinar talleres de producción cuentística.

La foto y la biografía fueron obtenidos del sitio http://lauranicastro.blogspot.com.ar
Los cuentos pertenecen a su libro e-nanos (Editorial Macedonia)

martes, 25 de abril de 2017

SANDRO CENTURIÓN (Formosa)


Náufrago
Conseguí por fin una vieja botella de vino vacía, un trozo de papel arrugado, algo de tinta de calamar y una pluma de gaviota. Escribí entonces mi historia, y mi desesperado pedido de socorro. Ahora sólo necesito una isla solitaria, y un mar embravecido que completen mi naufragio.

La botella
Introduje la carta en la botella vacía y noté que quedaba espacio, así que introduje también algunos caracoles, unos guijarros, unas piedritas y algo de arena sobre todo para ayudar a la credibilidad de la carta y su mensaje. A pesar de ello aún quedaba bastante espacio en la botella que era mi última esperanza de salvación, así que fui introduciendo en su interior elementos que ayudaran a entender la gravedad del asunto. De a poco le introduje algo de arena, sumé algunas palmeras, una estrella de mar, una langosta, unos cocos, algunos insectos, unos monos, unas rocas, bastante agua de mar, una nube de lluvia y un pequeño volcán inactivo. Finalmente, y cómo había suficiente espacio me metí también yo. El resto es fácil de entender la marea trajo la botella hasta aquí, usted la encontró, la abrió y salí yo, con mi isla.

Explicaciones
Llegar a la terraza del último piso y pararse en la cornisa era relativamente fácil. Saltar al vacío, caer a toda velocidad y estrellarse con todo el cuerpo contra el rígido cemento de la vereda era simple. Lo realmente complicado era tener que dar explicaciones.

El defensor
El tipo confesó. Todos lo oyeron contar cómo la mató y luego escondió el cadáver. Yo estuve a su lado, cumpliendo mi trabajo de defensor, y no tuve más remedio que mantener la boca cerrada. Es cierto que conocí a la víctima y que tuvimos un romance, también es cierto mí pasado en el circo; que el acusado estaba con dolencias de la garganta no resulta relevante. Lo cierto es que el caso está cerrado, el juicio terminó y el acusado está en la cárcel. Que yo tenga habilidades de ventrílocuo no cambia las cosas.

La náufraga
El caso necesariamente inédito de la náufraga, que como Robinson Crusoe, queda varada en una isla desierta, que al igual que él es una intelectual amante de la filosofía, que tiene que aprender a sobrevivir en un contexto adverso y desconocido, que también encuentra a Viernes, un robusto moreno nativo, y que; bueno, el final es distinto. 
Vuelo
Entonces, una mariposa colorida se dibuja en el vientre de la mujer que yace desnuda sobre la hierba. En las manchas de las alas de la mariposa, se repite la imagen de la mujer que yace desnuda sobre la hierba y en cuyo vientre se dibuja una mariposa colorida, en cuyas alas se repite la imagen de una mujer que. Es una lástima que de tan sublime momento nos esté vedado ver el instante exacto en que, mariposas y mujeres, levantan vuelo. 

Mark y el fin del mundo
Dicen que todo empezó o terminó una noche fría, en una pequeña taberna de New York. En una mesa ubicada en un oscuro rincón,  Mark Zuckerberg, completamente ebrio y solo, tomó su teléfono y jugó con él como solía hacerlo siempre. Un rato más tarde hizo la llamada, del otro lado una voz artificial le solicitó una contraseña que Mark pronunció en voz baja. Entonces, hizo lo que tenía ganas de hacer: dio la Orden Definitiva, y la voz del otro lado acusó recibo.Luego, regresó al whisky y vio su risa idiota repetirse en el fondo del vaso. Afuera los protocolos del amanecer de un nuevo día arrancaban. Unas horas después los suicidios masivos inundaron el mundo.  


Sandro Centurión. Escritor y profesor en letras. Forma parte del Equipo Técnico de Educación Intercultural Bilingüe de la Provincia de Formosa, Argentina con experiencia en la capacitación de docentes indígenas de los Pueblos Qom, Wichí y Pilagá, la producción de materiales didácticos y la enseñanza del español como segunda lengua. En el ámbito literario ha publicado entre otras cosas: 2016 "El problema de la canilla que gotea" Micrópolis, 2015 "Yo también maté a un terminator" Macedonia Ediciones. Buenos Aires; 2014 "Doble Filo" Cuentos. Sandro Centurión y José Roldán. Editorial Imaginante. Bs As; 2013 “Valeria y los espejos” del autor.2011 “Rinocerontes bajo la mesa” Colección Cultura. Subsecretaría de Cult. De Formosa; 2009 “Dan ganas de matar y otros cuentos” Ebude. España; 2009 “La vida es una minificción” Ñasaindy Cartonera; 2008 “Minificciones” Imaginante editorial. Buenos Aires.

jueves, 23 de marzo de 2017

MARIÁNGELES ABELLI BONARDI (Neuquén)


Un pobre diablo en el baldío
Sólo lo acompaña una radio roída por el tiempo. Ata sus cosas con piolín y, con porte torpe, trapea la tapera. Deja que sus miedos bailen en la niebla. En el baldío, contra el cartón, Plinio bebe una ración de rancio vino.

Toque celestial.
La musa y el ángel se quisieron desde el día en que una conspiración celeste los llevara al mismo cuarto. Aparecían con la voz que los nombraba, casi al unísono, ávidos de encontrarse. En cada acorde, en cada letra, ella le abría nuevos cielos. En cada gesto y sonrisa, él engendraba lo sublime. La sacralidad de lo intocable, penosamente infinita, se les hizo ajena. Sin remordimientos, la dejaron atrás.

La frutillera
Nadie, en toda la granja, las cosechaba así: sin machucarlas, sin aplastarlas, sin hacerles perder el color que vibraba en la cesta. Su legendaria delicadeza le había ganado el apodo que tanto la enorgullecía. Trabajaba cantando: “Para que mis niñas lleguen con toda su dulzura al frasco” explicaba, secándose el sudor con un pañuelo que yo juraba que olía a frutilla.
Fue muy raro que ese martes no viniera a visitarnos – mermelada en mano, como siempre hacía. Pensamos que estaba enferma; que había ido al pueblo a vender los dulces. Encontramos su pañuelo, rojo como nunca. Estaba en el suelo, a su lado, y olía a sangre.

Armadura de valor
Quizás mañana, se dijo, sin mucha convicción. Quizás mañana, con la noche de por medio, descubriera de dónde venía. Había revisado milimétricamente, ajustando todo, y aún así, no  lograba eliminar el chirrido. ¿Le seguiría faltando? Imposible; todavía escarmentaba la carencia de la última vez. Como quien pone un manto de piedad, se tapó con la sábana. ¿Que no era perfecta? ¿Que no resplandecía? Eso está por verse, alcanzó a murmurar antes de que el sueño lo venciera. Cansado, desvencijado por el temor, el sufrido metal de su armadura quedó en silencio.

Sucedió en Copenhague
Después de muchos años en el lecho del mar, la estatua se volvió agua, y como el agua, se fue evaporando el recuerdo del príncipe. 
Después de muchos años en la espuma, el alma de la pequeña sirena se posó en la roca. La misma roca que, siglos más tarde, habría de transmutarla en estatua. 

Desencanto
Odiseo despierta; suspira contrariado. De mañana, Calipso dista de ser la sirena que lo enamoró.



Nací en Neuquén, Argentina, en 1974. Publiqué Ecos del decir (poesía, prosa poética y haiku / Ruedamares, 2010) y Armadura de valor (microrrelatos, Macedonia, 2016). Participé de las antologías Escritura furtiva (Ruedamares, 2005), Cielo de relámpagos (Ruedamares, 2008), ¡Basta! 100 mujeres contra la violencia de género (Macedonia, 2013), ¿Vacaciones? Si yo te contara... (La Esfera Cultural, 2013) y Plumas al viento (Casa de las leyes, Neuquén, 2013). Algunas de mis obras han sido incluidas en Penumbria, revista fantástica para leer en el ocaso (México).