viernes, 31 de agosto de 2018

EDUARDO SANTOS (Tucumán)



Distracción

Me la paso perdiendo todo, las llaves del auto, la billetera, las lapiceras, hoy me di cuenta de que perdí sesenta y dos años.


Imperdonable

Cuando lo descubrieron caminando desnudo por el bosque dijo que era Adán.
Desde entonces permanece encarcelado por “apología del pecado original”


Certeza

─¡Juegan a la pelota!, por la forma de correr y patear diría que corren tras un balón.
Te extrañará que diga esto pero es que las circunstancias de este día se precipitaron de tal manera  de tal manera que me resulta muy difícil aceptar, de primera, cualquier afirmación.
Todo comenzó con ese ulular del viento, constante y rugiendo, en las copas de los árboles, el filo de los techos de chapa y los vidrios de las ventanas.
Me desesperaba en mi lecho de terapia intensiva, el saber lo que estaba sucediendo afuera.
La noche se instaló en ese instante y permaneció hasta ahora…
─¡Para mí que estos juegan a la pelota!


Mimetismo

Hace algún tiempo hice un pozo en el jardín de mi casa y vi a mi rojo corazón latiendo sobre la negra tierra. Arrojé las semillas tapé todo y ahora disfruto de unas hermosas flores del color de mis ojos, con pétalos suaves como mi piel, que exhalan unas ganas de vivir que nos identifica. 


Espermatozoide

─¡Se salvará uno solo!, dijo el lento con aire de resignación mientras sus compañeros corrían enloquecidos.
Esperó que desapareciera el forro, comenzaran los juegos del round siguiente y a los nueve meses sonrió un varoncito rubio.


Acompañado

Nunca estoy solo, una lluvia invisible golpea las chapas de mis noches para ayudarme a dormir y durante el día, el sol ilumina mis caminos para que no me pierda.


Salvado

Cuando la explosión destrozó mi cuerpo, yo estaba con la poesía.
Ahora toco la lira a San Pedro.


Sin patrón
─Al sentarme comencé a reflexionar… todo se veía diferente desde allí. Habían desaparecido las presiones de los otros. Estaba conmigo en mi mundo.
─¿Vas a tardar mucho?
─No, ya salgo…
Y se terminó mi fiesta.

Eduardo Santos. Hemos podido obtener muy pocos datos sobre su biografía. Sin embargo figura en numerosas antologías de peso. Según su perfil de  Facebook, nació en Buenos Aires en 1940 pero nos apunta Rogelio Ramos Signes ─en su libro Monoambientes─, él sostiene que es tucumano por adopción. Escribe desde el año 2001. En Cuaderno Laprida nos cuenta que estudió licenciatura en Matemáticas.


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