martes, 1 de octubre de 2019

JUAN JOSÉ PANNO (CABA)


Tribuna popular

El partido de gala que se disputaba en el Gran Estadio era tan malo, pero tan malo que los espectadores se empezaron a asomar a los murallones de las graderías para espiar desde ahí el encuentro improvisado que estaban jugando hijos y sobrinos de los profesionales en un campo lindero. Su Majestad, presente en el Gran Estadio, fue notificada de lo que estaba ocurriendo y tomó inmediatamente una medida demagógica de esas a la que ya tenía acostumbrada a la población: mandó traer a los jóvenes al Gran Estadio y ordenó que los cracks pasasen castigados a la cancha auxiliar. La plebe celebró alborozada la novedad, pero diez minutos más tarde todos desdeñaron lo que estaba ocurriendo en el Gran Estadio y empezaron a mirar el partido, abierto y divertido que jugaban los profesionales en el campo contiguo.


La increíble y triste historia del cándido delantero y un arquero desalmado

Hacía como cien años que no metía un gol. Un buen día, que por extraña paradoja era un día de lluvia interminable en aquel pueblito colombiano, Aureliano hizo, abracadabra, aracataca, una jugada mágica y se encontró en soledad frente al arco. Todos empezaron a escribir la crónica de un golazo anunciado, pero inexplicablemente, el cándido delantero se puso a recordar a sus putas tristes y demoró el tiro, aunque un instante después decidió que no habría más penas ni olvido y marcó el gol. Fue un gol de otro partido.


Sueños

El sábado a la noche el delantero soñó que en el partido del día siguiente ejecutaba un penal y era gol porque amagaba y disparaba a la izquierda del arquero que se iba, engañado, hacia su derecha.
El domingo, el árbitro cobró un penal para su equipo y el delantero, que tenía muy presente el sueño, amagó a la derecha y le dio hacia la izquierda del arquero, casi con displicencia, respondiendo a la premonición.
El arquero, que se había volcado justamente hacia su izquierda, no tuvo que hacer mucho esfuerzo para detener la pelota.
El delantero se quedó estático, azorado. La perturbación se multiplicó cuando el arquero, al pasar a su lado, mientras sacaba la pelota le dijo en tono canchero: “los sábados a la noche me tiro a la derecha, los domingos a la tarde, no”.


Partido internacional

Mueve Moby Dick, toca Toquino, pisa Pizarro, pasa Passolini, mata Mata Hari, mete Metello, pica Picasso, marca Marconi, quita Kitano, avanza Vanzetti, saca Sacco, corre Courreges, la tiene Tenorio, cruza Cruz, se va Vavá, cae Cain, paga Paganini, gol de Goliath, pita Pitagoras. Final.


Metamorfosis

Cuando Gregorio Samsa (en tiempos no muy lejanos crack indiscutible) se despertó una mañana (después de un sueño intranquilo producido por el recuerdo fresco del gol en contra y el penal errado que hicieron perder un campeonato) se encontró sobre su cama convertido (por los mismos hinchas que antes lo adoraban) en un monstruoso insecto.


Juan José Panno nació en  Buenos Aores en 1949. Periodista y escritor (aunque él se reconoce más como periodista que como escritor) Trabajó en los diarios Clarín, Crónica, La Razón, El Gráfico, El Mundo, La Voz y, actualmente, Página 12. También trabajó en varias radios y en televisión. Es coautor del primer “Días de Radio”, detrás del cartel de Ulanovsky, autor de Corazón y pases cortos (cuentos futboleros), Obras maestras del error (recopilación de furcios y metidas de pata en el periodismo), Pozo vacante y Juegos de fútbol. Tambié es uno de los creadores y actual director de las escuelas de periodismo TEA y DeporTEA. Dos de sus cuentos formaron parte de los libritos que el Ministerio de Educación repartió en las canchas.

Los textos fueron tomados de los sitios Web Gambeteando palabras 
y Ficción mínima 
Sus datos fueron tomados de varios sitios Web y la fotografía de su muro de Facebook. 


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