jueves, 28 de febrero de 2019

HERNANDO ÁVILA (Chaco)



Sueño imposible
Se dejó caer en la cama con una sensación de vacío en el pecho como nunca jamás la había sentido. Maldijo una vez más y cerró los ojos intentando que el sueño llegue antes que la imagen de ella. Fue en vano, siempre, siempre en el abismo se dibujaba su sonrisa.
Intentó varias veces acomodarse mientras ubicaba la frazada casi tapándole los ojos. Veinte minutos después se levantó, preparó un té de menta y pensó, quizás 1984 me ayude a borrarla por un rato.
Quizás fue el silencio de la sala o el té caliente o quizás la imagen de Julia alejándose de Winston la que le acercó al sueño, y se durmió.
Los reflejos de un tímido sol sobre la persiana y el ruido de las gotas que dejó el rocío cayendo sobre el zócalo de la mampara del garaje, obligó a despertar.
Iba a ser otro día difícil para Sonia.

Reencuentro
Y tal vez, sí. Nos encontremos una tarde de llovizna gris, de otoño cansado de hojas viejas, de luces tempranas, de aromas a cafés. Quizás será en una esquina, o en un cine, o quizás en esos senderos que acostumbramos a recorrer para encontrarnos.
Y tal vez, sí. Nos mostraremos los dientes, nos heriremos con profundas miradas y la batalla será inevitable, sin pudores ni piedades; porque juramos, sin decirnos, que lo tuyo era mío y lo mío era tuyo, y en esa disputa de lo que no es ajeno, morimos y nacemos de nuevo.

Asustando a Rocío

Como todas las noches al acostarse, Rocío estiraba su manito debajo de la cama y palpaba hasta encontrar la garra de uñas filosas y largas, llena de pelos suavecitos. Solo así podía dormirse. Después de varios intentos fallidos de aterrorizarla, Hyuthiu se había encariñado con la niña, y como eso estaba prohibido, no pudo volver jamás al viejo armario. Ya era su guardián de sueños.

El otro lado
En el otro lado todo es muy distinto. No se siente frío ni calor, no hay gritos ni llantos, solo una calma parecida a una playa desierta, con una brisa que te despeina de a poco y la agradable sensación de pisar la arena mojada. Creo que alguna vez ese lugar me perteneció, me es familiar; no por recuerdos sino por un cúmulo de señales que parece darme alguien desde ahí. La tentación es mayúscula, sin embargo acá está mamá que con una caricia en mis manos me trae siempre de regreso.


Deseo
Supongo que a veces se cansa; ser Dios durante todo el tiempo, todos los días y todas las noches debe aborrecer. Supongo que se toma descansos, pausas pequeñas en que esto tiende al desgobierno; y es cuando afloran pequeños infiernos, cuando todo se va de las manos, aunque sean solo instantes. Efímeras licencias cuando vale todo, cuando se permite lo prohibido, cuando muere lo imposible, cuando nace lo inoportuno.
Recreos, serán. Otra explicación no encuentro. Quizás sea el deseo eterno de querer ser humano y no poder.


Hernando Nelson Ávila nació en Las Breñas, Chaco. Es técnico electrónico y novel  escritor. Descubrió accidentalmente - a fines de 2013 - su pasión por la escritura. Sus escritos son principalmente cuentos y relatos cortos, aunque varios de sus microcuentos fueron seleccionados a nivel provincial, nacional (Editorial Dunken, Bs. As.) e internacional (Diversidad Literaria, España), muchos de ellos fueron publicados en diarios, revistas y libros de alcance provincial, nacional e internacional. Recibió una mención especial (La Guerrerito Roja, su primer cuento) y ganó un concurso regional de cuentos (Antonio). Participó en varios encuentros de escritores como partícipe y como jurado. En Octubre de 2017 publicó su primer libro, Relatos Amurados (Editorial ConTexto). Actualmente se encuentra preparando su segundo libro.



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