jueves, 24 de noviembre de 2011

El monstruo (Adriana del Vitto)







Ambos estuvieron de acuerdo en alimentarlo, criarlo, dedicar su tiempo y sus esfuerzos a ese monstruo. Creyeron que de ese modo podrían domesticarlo (habían leído seguramente a Saint Exupery).
Pero al poco tiempo comprendieron que la tarea emprendida era casi imposible. Entonces decidieron abandonarlo. Primero dejaron los esfuerzos, luego el tiempo, la crianza y el alimento, en un simulacro de viaje inverso tratando de que, así como había llegado, se fuera.
Sin embargo, el monstruo, ya adulto, no se sintió solo ni se murió de hambre.
Es más, al ignorarlo, lo fueron haciendo, sin darse cuenta, más fuerte. Un día los devoró.
Finalmente aprendieron, a costa de su propia vida, que con la pasión no se juega.

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